Amaneceres y atardeceres alucinantes al alcance de nuestras miradas que agregan al diario vivir altas dosis de alegría, es lo que disfrutamos los barranquilleros hoy en día al pasear o deambular por los pasajes del Malecón del río. Sentir y vibrar con el río Magdalena a nuestro lado, le agrega a nuestra vida, calidad; y eso es precisamente lo que todos estamos buscando, como familia, como individuos y como comunidad para residentes y visitantes nacionales e internacionales.
Hace unos 20 años nos preocupaba el hecho de haberle dado la espalda al que sigue siendo el motor principal de la pujanza económica de la ciudad: El Rio Magdalena. Poco a poco veíamos como otras ciudades, con problemas similares, como Buenos Aires o Barcelona, habían iniciado exitosamente proceso de regeneración urbana en torno a sus cuerpos de agua más importantes.
En los últimos años, los Barranquilleros empezamos a vivir una serie de transformaciones que nos han llenado de orgullo, como el desarrollo del recinto ferial más importante de la región y la posterior construcción de un espacio público, El Gran Malecón, orgullo de nuestra ciudad, que nos permitió reencontrarnos con el río. Pero aún nos faltaba algo: Vivir frente a él.