Los sabores obtenidos a partir de ingredientes y técnicas especiales son una realidad que despierta la expectativa de cada sentido cuando se llega a Pizzerna. El deleite puede comenzar contemplando a quien amasa sin emplear rodillo, a la luz de los comensales y junto a un horno traído de Italia, que alcanza 330 grados centígrados y el cual permite que la pizza sea una comida rápida, sin dejar en el olvido su naturaleza artesanal.
También los aromas avivan el entusiasmo y al final el paladar cumple con otro ciclo de la experiencia, sintiendo el eclecticismo generado por una pizza que entre colores y sabores es una hibridación de las maneras de Roma y Nueva York. Así, lo mejor de cada extremo de un mar se une para deleitar en Barranquilla.
El nivel de sal, junto a la sinergia lograda con las salsas y los elementos proteínicos de la pizza marcan la influencia de América, mientras en la textura de la masa, que termina siendo crocante y permite tomar los triángulos sin miedo a que se doblen o se desarmen son el componente itálico.
'Encontramos que Barranquilla no contaba con un lugar orientado realmente a ser pizzería. Aunque nuestra carta cuenta con algunas opciones distintas, estamos enfocados en ser pizzería desde el sentido más natural de la palabra, con muchas variedades e invitando a compartir con mucha calidez', asegura Bernardo Mancini, quien ideó Pizzerna.