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Las cifras reflejan la gravedad de esta situación, con tasas crecientes de ansiedad, depresión y suicidios. Y la falta de acceso a servicios de salud mental, sumada al estigma persistente, ha creado un panorama complejo en el que la mayoría de quienes necesitan atención no la reciben.

La realidad en cifras

Las estadísticas son contundentes y reflejan un problema sistémico que va mucho más allá de lo individual.

Depresión y ansiedad: Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en América Latina y el Caribe se estima que alrededor del 5% de la población sufre de depresión y un 9% enfrenta algún tipo de trastorno de ansiedad. Sin embargo, estos números solo capturan una parte del problema, ya que muchas personas no buscan ayuda o no son diagnosticadas.

Suicidios: La OMS también reporta que la región experimenta una tasa de suicidios en aumento, especialmente entre jóvenes de 15 a 29 años. En algunos países latinoamericanos, el suicidio se ha convertido en una de las principales causas de muerte en este grupo, y se estima que cada año, 100,000 personas pierden la vida por esta causa en la región. La falta de apoyo y el estigma alrededor de la salud mental contribuyen a esta dolorosa estadística.

Acceso limitado: Más del 70% de las personas en América Latina y el Caribe que necesitan atención mental no la reciben, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). La escasez de recursos y profesionales capacitados, especialmente en áreas rurales, perpetúa esta realidad.

Impacto económico: La salud mental tiene también un costo económico significativo. Se estima que los trastornos mentales cuestan a América Latina 30,000 millones de dólares anuales en pérdida de productividad. Además, el Banco Mundial informa que en países de ingresos bajos y medios, donde se incluye a muchos de los países latinoamericanos, la inversión en salud mental representa menos del 1% del presupuesto sanitario, a pesar de que la OMS recomienda una inversión mínima del 5%.

Barreras sociales y sistémicas: El costo humano y social de la falta de apoyo

En muchos países de América Latina, buscar ayuda psicológica sigue siendo un tabú. A pesar de los avances en la sensibilización, el estigma social continúa afectando a quienes padecen problemas de salud mental, disuadiéndolos de buscar ayuda por temor al rechazo o la discriminación.

Esto se ve agravado por la falta de infraestructura adecuada: en países como México, Argentina y Brasil, la proporción de psicólogos y psiquiatras por cada 100,000 habitantes es insuficiente, limitando la disponibilidad de atención incluso para aquellos dispuestos a buscar ayuda.

Las listas de espera en servicios de salud pública pueden extenderse por meses, y el costo de la atención privada deja fuera a la mayoría de la población. Esta combinación de estigma, recursos limitados y falta de inversión ha hecho que la salud mental en América Latina sea un problema de difícil acceso y alto costo social.

Iniciativas Digitales: Un nuevo modelo para el acceso a la salud mental

Frente a estas barreras, han surgido iniciativas digitales que buscan transformar el acceso a la salud mental en la región. Plataformas como Selia ofrecen una solución práctica que responde a la falta de infraestructura y a la necesidad urgente de atención. Selia permite a las personas acceder a una red de más de 400 profesionales en psicología, psiquiatría, coaching y nutrición, todos con experiencia comprobada. Además, esta plataforma facilita un proceso de selección personalizada para que cada persona pueda encontrar un terapeuta adecuado a sus necesidades, eliminando la incertidumbre de iniciar un proceso terapéutico.

A diferencia de los sistemas tradicionales, Selia permite agendar una cita en menos de 24 horas, eliminando las esperas prolongadas que suelen disuadir a muchos de buscar ayuda. Esta accesibilidad es un recurso vital en un contexto donde, para muchos, cada día cuenta.

Para Santiago de Bedout, CEO de Selia, la misión es clara: “Queremos ofrecer a las personas un lugar seguro, confiable y accesible donde cuidar su salud mental deje de ser un privilegio para convertirse en un derecho al alcance de todos.”

Invertir en Salud Mental: Un imperativo para el desarrollo

Los estudios muestran que invertir en salud mental trae beneficios tanto individuales como sociales. Según la OMS, cada dólar invertido en el tratamiento de trastornos comunes como la depresión y la ansiedad genera un retorno de cuatro dólares en términos de productividad y salud. Sin embargo, el bajo presupuesto destinado a salud mental en América Latina refleja una falta de prioridad que tiene consecuencias a largo plazo.

Mejorar el acceso a la salud mental no solo es una inversión en la calidad de vida de las personas, sino que también es un factor esencial para el desarrollo económico y social de la región. A medida que plataformas como Selia amplían su alcance y reducen las barreras de acceso, la esperanza es que más personas puedan encontrar el apoyo que necesitan para vivir de manera plena y saludable.

Hacia un futuro de bienestar colectivo

La urgencia de mejorar el acceso a la salud mental en América Latina es innegable. Mientras los gobiernos enfrentan el reto de aumentar la inversión y reducir el estigma, soluciones digitales como Selia están marcando una diferencia tangible al facilitar el acceso a un servicio esencial. En un momento crítico para el bienestar de la región, el trabajo conjunto de iniciativas privadas, organismos de salud y la sociedad en general puede crear el cambio necesario para que la salud mental sea, finalmente, un derecho para todos.