Desde su aparición en la década de 2000, las redes sociales han transformado la comunicación, el consumo de contenido y nuestra percepción de nosotros mismos, conectando a más de 4.7 mil millones de usuarios según Statista, las plataformas digitales ofrecen beneficios como la democratización de la información y la inclusión de comunidades antes ignoradas.
Sin embargo, las redes sociales también han cambiado la forma en que nos relacionamos con nosotros mismos, convirtiéndose en un escaparate de vidas editadas y logros curados. Este fenómeno, conocido como la “trampa de la comparación social,” está afectando negativamente nuestra salud mental.
“El problema no sólo radica en el tiempo que destinamos a nuestra interacción y consumo de redes sociales (a través del cual estamos definitivamente sobre-estimulados), o el contenido que estamos consumiendo, sino la forma en la que nos relacionamos con él. Las redes sociales son una herramienta increíblemente poderosa, pero pueden transformarse en un detonante emocional negativo dependiendo de la relación que tengamos con nosotros mismos” explica Santiago de Bedout, CEO de Selia.
La trampa de la comparación social
La comparación social es un comportamiento humano innato: evaluamos nuestra vida en función de lo que vemos en el mundo externo y en los demás. Este mecanismo, aunque natural, se ha intensificado con las redes sociales, que han transformado la forma en que percibimos la vida de los demás. Según la Royal Society for Public Health, Instagram es la plataforma más perjudicial para la salud mental, al promover ideales de éxito y belleza que, en la mayoría de los casos, son inalcanzables.
Ahora, ¿por qué consumimos con tanto interés este tipo de contenido? La respuesta radica en el deseo humano de aspirar a algo más. Las imágenes y publicaciones que muestran vidas aparentemente perfectas, viajes espectaculares o logros impresionantes despiertan en nosotros un sentido de admiración y aspiración. Desde una perspectiva psicológica, el contenido aspiracional activa los centros de recompensa del cerebro, lo que genera una sensación de placer al imaginar que esas metas también son alcanzables para nosotros.
Sin embargo, aquí es donde surge el problema: aunque ese contenido puede inspirar, también tiene el potencial de alimentar la insatisfacción cuando se interpreta como una verdad absoluta del otro.
“Subimos lo mejor de nosotros porque buscamos aceptación y reconocimiento,” comenta Luciano Jaramillo, COO de Selia. “El problema es que quienes consumen ese contenido lo perciben como una representación completa de la realidad, olvidando que están viendo solo un fragmento cuidadosamente seleccionado de una vida.”
La naturaleza curada del contenido amplifica esta percepción. Las personas tienden a compartir, en su mayoría, momentos de felicidad, logros profesionales o físicos, creando una narrativa incompleta que refuerza estándares inalcanzables de éxito y felicidad. Esta dinámica alimenta un ciclo peligroso: quienes consumen este contenido sienten que sus vidas no están a la altura, mientras que quienes lo producen buscan continuamente perfeccionar su imagen para mantener la validación social.
Consecuencias emocionales de las redes sociales
En Las redes sociales impactan emocionalmente más allá de la baja autoestima, afectando cómo procesamos nuestras emociones e interactuamos con los demás. Entre las consecuencias destacan:
- Ansiedad social: La presión por proyectar una imagen perfecta genera estrés constante. Un informe revela que el 63% de los adolescentes siente la necesidad de mantener una imagen idealizada en sus perfiles.
- Depresión: La comparación constante se asocia con síntomas depresivos. Las personas que pasan más de 30 minutos diarios en redes sociales son más propensas a sentir soledad y tristeza.
- Trastornos de la conducta alimentaria: Plataformas como TikTok e Instagram están relacionadas con un aumento de conductas alimentarias desordenadas, como lo indican las búsquedas de “dietas extremas”.
- Desconexión real: A pesar de estar conectados, muchos usuarios sienten desconexión emocional, lo que lleva a descuidar sus relaciones cercanas y aislarse.
Combatir la dependencia emocional de las redes
Las redes sociales no deben ser eliminadas, ya que son herramientas útiles para conectar, aprender e inspirarse. Sin embargo, es crucial entender que su impacto en nuestra salud emocional depende de cómo las usamos y su lugar en nuestra vida diaria.
“Las redes sociales no son el enemigo; el problema surge cuando las usamos sin intención o dejamos que definan nuestra autoestima,” explica Luciano Jaramillo, COO de Selia.
Una estrategia clave para combatir la dependencia emocional es establecer límites claros sobre el tiempo y el contenido que consumimos. Estudios, como el publicado en el Journal of Social and Clinical Psychology, muestran que limitar el uso de redes sociales a 30 minutos diarios reduce la sensación de soledad y los síntomas de depresión. No se trata solo de desconectar, sino de hacerlo conscientemente. También es importante ser intencionales con el contenido que seguimos. Preguntarnos si las cuentas que seguimos nos aportan algo positivo puede ayudar a crear un entorno digital más saludable. Dejar de seguir perfiles que promuevan comparaciones insanas es un acto de autocuidado.
La relación con las redes sociales refleja nuestra relación con nosotros mismos. Al fortalecer nuestra autoestima y validarnos internamente, podemos disfrutar de ellas sin depender emocionalmente. Como señala Jaramillo: “Cuando fortalecemos nuestra relación con nosotros mismos, las redes dejan de ser un espacio de comparación y se convierten en una herramienta para disfrutar y crecer.”
Selia: Una herramienta para reconstruir tu relación contigo mismo
La terapia juega un papel esencial en este proceso. A través de la terapia, las personas pueden identificar las creencias que alimentan la necesidad de aprobación externa y trabajar en construir una autoestima sólida e independiente.
En Selia, el enfoque está en empoderar a los usuarios para que redescubran su valor intrínseco. Los especialistas ayudan a:
● Explorar los patrones de pensamiento que perpetúan la comparación.
● Desarrollar herramientas para manejar la ansiedad social.
● Reprogramar creencias limitantes sobre el éxito, la belleza y la felicidad.
● Establecer límites saludables en el uso de redes sociales.
“El verdadero propósito de la terapia no es cambiar lo que te rodea, sino cambiar cómo te relacionas contigo mismo y, por ende, con el mundo digital,” concluye De Bedout.
Si sientes que las redes sociales están afectando tu bienestar, Selia puede ayudarte a construir una relación más sana contigo mismo y con el entorno digital.
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