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Cerca de 3.000 toneladas de miel de abeja al año que producen 80 familias cordobesas, antiguas cocaleras, están siendo utilizadas en la industria del país para producir galletas, granola, jabones, cremas, champú y para el consumo humano.

Esta producción a escala nacional tiene como epicentro la zona que comprende los municipios de Montelíbano, San José de Uré, Valencia, Tierralta y Puerto Libertador.

Familias como la de Gilberto Cabrales cambiaron el oficio ilícito de sembrar coca para venderla a los grupos armados ilegales, por proyectos lícitos que les garantizan ingresos anuales para 'un buen vivir'. Ellos pasaron a ser familias guardabosques.

Gilberto relata que con tres cosechas de coca o ‘raspas’ al año generaba ganancias de entre tres y cuatro millones de pesos, cuando la hoja era de excelente calidad.

En la legalidad

Sin embargo, con la producción de miel esas ganancias han mejorado para todos y el temor de ejercer una actividad ilícita ya no existe. El área que utilizaban para sembrar la llamada ‘hoja maldita’ hoy la aprovechan en otros cultivos alternativos de plátano, caucho y cacao.

'Ha sido un cambio excelente porque trabajamos dentro de la legalidad. Por acá las familias campesinas pobres vivían de pequeñas áreas de coca, pero ahora la miel de abeja da más. Ha sido un proyecto de alto impacto en la región', explica el campesino desde una vereda en la zona rural de Tierralta.

El gerente de consolidación territorial en Córdoba, José David Náder Restrepo, sostiene que las cifras reportadas por el Ministerio de Agricultura evidencian un 'notorio crecimiento' en la producción de miel en esta región, con el 12% de todo lo que se extrae en el país.

Explica que Córdoba es considerado el primer productor a nivel nacional, por lo que la actividad apícola se perfila como un renglón promisorio en este territorio de la Costa debido a las potencialidades y fortalezas en cuanto a la oferta ambiental, climática y de flora existentes.

Logros sociales

La inversión en proyectos apícolas, y otros también de tipo agropecuario, ha sido de 41.555 millones de pesos en los últimos ocho años.

Además de estos cinco municipios cordobeses, la Política Nacional de Consolidación y Reconstrucción Territorial en el país también integra a las vecinas poblaciones antioqueñas de Anorí, Briceño, Cáceres, Caucasia, El Bagre, Ituango, Nechí, Tarazá, Valdivia y Zaragoza.

Náder insiste en los logros significativos de participación comunitaria y buen gobierno, justicia, articulación interinstitucional, formalización de predios, prevención del reclutamiento armado ilegal, sustitución de cultivos ilícitos, y fortalecimiento socio-empresarial de pequeños productores.

Destaca que lo más importante es que este tipo de proyectos no requiere grandes extensiones de tierra, 'porque 20 o 30 colmenas pueden funcionar en un área de 10 por 20 metros'.

Además, luego de cumplir con los protocolos de seguridad que les han enseñado a las familias, la atención al proyecto familiar solo exige dos o tres horas día de por medio, lo que quiere decir que el campesino puede seguir haciendo su oficio de jornalero.

Rafael Hoyos, profesional de desarrollo económico de Consolidación Territorial en Córdoba, explica que la producción por cada núcleo familiar depende del número de colmenas. Sin embargo, consideran un pequeño productor al campesino que tiene 100 apiarios.

'Cada colmena tiene una capacidad de 90 kilos de miel al año, con cinco cosechas. La mejor producción del país por ahora está en Tierralta y Valencia, esto debido a la alta vegetación que mejora la producción de polen, además de la variedad de fuentes hídricas, agua y viento. Esas son condiciones integrales para el negocio', sostiene Hoyos.

Los productores del alto Sinú y San Jorge actualmente trabajan a través de la Asociación G10 que compra el producto y lo distribuye en el mercado nacional.

Estos fondos los reinvierten en el mejoramiento de los procesos para conseguir la certificación Invima, en el mediano plazo. Actualmente el principal comprador es Apiarios El Pinar, en Bogotá.

'El gremio está organizando el Comité Apícola de Córdoba, para integrarse con la cadena de mieles y abejas del país', sostuvo Rafael Hoyos.

El proceso

Gilberto Cabrales explica que lo primero es establecer el apiario, es decir las colmenas con sus reinas, que atraen a la colonia de abejas. Cada colmena puede alcanzar hasta las 250 mil unidades del insecto, que en 8 meses ofrecen la primera producción de miel.

Advierte que atendiendo las exigencias de la norma, con trajes especiales sacan los núcleos hacia unas carpas de extracción y llevan el producto a una centrífuga donde obtiene la miel cien por ciento pura, sin ningún aditivo. Un dulce oficio después de tantos años de temor e ilegalidad, aseguran los productores.