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No hay público, aunque sobran las ganas de tocar en medio de una ovación que cada uno imagina al ritmo del timbal, la conga, el güiro y la clave de palmadas que convidan al goce.

Hay discreción en el pabellón rodeado de la estructura de hierro que los encierra, pero todos se dejan dominar de la pasión por la música desde el primer conteo del director trompetista y sus almas se liberan mientras producen lo que saben hacer.

‘Cómo podré disimular’, del grupo Niche, rompe el silencio y una salsa bien interpretada llega a los oídos de los 2.130 reclusos de la cárcel nacional Las Mercedes de Montería, sitio donde nació y crece con aptitud de victoria la orquesta Anakainosis.

Vestidos con camisetas anaranjadas sus integrantes dejan atrás, durante cada tarde de ensayos, los episodios que marcaron sus vidas, esos que hoy los tienen alejados de sus familias. Algunos ya pagan condenas, otros aún están en condición de sindicados.

El nombre de la agrupación creada hace dos años significa en griego ‘Renacer’ o ‘Renovar’, explica el jefe de Talento Humano de Las Mercedes, Carlos Moreno, quien además toca el piano.

'Poco a poco hemos forjado la orquesta con el talento que encontramos en las celdas, internos que con su alcance musical han permitido que la agrupación crezca', sostiene.

Por la disciplina de ensayar dos tardes por semana, el año pasado el Instituto Penitenciario y Carcelario, Inpec, los catalogó como la mejor orquesta de internos en la regional norte, conformada por las cárceles de Montería, Barranquilla, Santa Marta, Valledupar y Cartagena.

'Lo que queremos es mostrar a través de la música que la resocialización es posible', dice Moreno y resalta que la orquesta ha sido un 'ejemplo' para los demás internos de la población carcelaria. En Anakainosis interpretamos porros, vallenatos, salsa, merengue y reggaetón'.

Apacigua las penas

Para Elver Pinedo Miranda, oriundo de Ciénaga de Oro, bajista y corista a la vez, conformar una orquesta en la cárcel ha sido una 'experiencia motivadora', que los ayuda a apartarse, por momentos, de la tristeza que ocasiona estar privado de la libertad.

'Aquí uno se siente deprimido por la situación que cada cual vive, pero hacer parte de este grupo nos permite alegrarnos la vida en cada ensayo', dice. En su caso, señala que también le permite 'mantener el ritmo' con el instrumento que toca desde 1986 como músico profesional, su actividad antes de perder la libertad.

Este orense, paisano del fallecido maestro Pablito Flórez, toca lo que le pidan, menos el tema por el que está en la cárcel. Al respecto, Pineda se limita a decir que es inocente, que lleva dos años preso, pero que 'gracias a Dios la orquesta absuelve mis penas'.

Como el juglar de su tierra, creador de Los Sabores del Porro, expresa que 'lleva la música en las venas' y que esta le 'vivifica el alma' cada vez que interpreta los géneros que hacen parte del repertorio de Anakainosis, de casi medio centenar de canciones.

Por razones de seguridad ellos no pueden amenizar fiestas públicas ni privadas, lo que es lamentable porque la cadencia de sus canciones no deja la menor duda de que están al nivel de cualquier otra orquesta del Caribe o del país.