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Con un estado físico de buen atleta, José Benítez Ortiz escala sin asomo de fatiga una de las lomas de su parcela para mostrar la tragedia que padecen los 4.000 pequeños productores de plátano en el área rural de este Municipio de la zona costera de Córdoba, a tres horas de Montería.

Machete en mano y camisa pegada a su cuerpo por el sudor, Benítez salió a inspeccionar en el corregimiento El Ley los daños que siguen multiplicándose por la sequía y la ‘brisa loca’, como llaman los lugareños y campesinos a los fuertes vientos de esta época del año.

Él es el delegado en Moñitos de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (Anuc) y presidente de la Junta de Acción Comunal, cargos que lo facultan como autoridad para hablar de las pérdidas de los nativos debido a la baja producción de la presente temporada.

'Lo que está pasando en mayor a la voluntad del hombre, pero pese a que los gobernantes y los políticos sabían que este Fenómeno de El Niño venía fuerte nunca hicieron nada para mitigarlo', cuestiona el dirigente campesino y advierte: 'En un mes lo que habrá es enfrentamiento entre los mismos campesinos, peleando una gota de agua'.

Todo el territorio padece por la sequía, pero con mayor fuerza los corregimientos El Perpetuo Socorro, Las Mujeres y Río Cedro, incluyendo las veredas.

MENOS PRODUCCIÓN

En Moñitos no existe un censo exacto sobre el área total sembrada. Sin embargo, calculan que, por lo menos, hay unas 8.000 las hectáreas, de las 14.000 que son cosechables en la zona litoral conformada también por Puerto Escondido, Los Córdobas y Canalete.

Por esa misma vía, que sale a Santa Lucía, Montería, pasaban antes del fuerte verano unos 80 camiones diarios cargados cada uno con 30 mil plátanos. 'Hoy la cuenta no llega a 20 automotores y ya no con la misma cantidad', señala José Benítez.

Es decir, 2 millones 400 mil unidades del plátano que salían de Moñitos no ocupan los mismos lugares de privilegio en las plazas mayoristas y supermercados de otras ciudades del Caribe y del interior del país.

'Que no pase lo mismo que en La Guajira, donde no prestaron atención a la advertencia de la comunidad. Aquí lo que queda es el plátano pequeño, que llamamos puntilla, ese casi no se vende y si esto sigue así en marzo no tendremos siquiera para comer nosotros', sostiene el delegado campesino.

Desde ya, Benítez Ortiz advierte que si el Gobierno 'no despierta con alternativas' para ayudar a los campesinos, 'vendrá un desplazamiento legal de jóvenes, porque saldrán a buscar sueños en otras tierras, pudiendo soñar en nuestro propio territorio. El hombre es un animal político y nos hemos sometido a una voluntad política que aquí no ha funcionado'.

DECLARAN CALAMIDAD

Por la emergencia, el alcalde Álvaro Cáceres declaró la semana pasada la calamidad municipal. Por eso, mientras sigue debilitándose la cosecha de plátano, a los campesinos les empiezan a suministrar agua en carrotanques. La población cuenta con, al menos, 26.000 pobladores que comparten las mismas necesidades.

'Ya priorizamos con recursos de regalías la puesta en marcha de proyectos que nos ayuden a solucionar de forma definitiva el tema de la sequía, con la ayuda del antiguo embalse del casco urbano. La prioridad es enfrentar este fenómeno que prácticamente se instaló en la cotidianidad', dijo el mandatario.

En Moñitos no llueve desde noviembre del año pasado, lo que acelera la merma en la producción platanera que es el medio de sustento del 90% de los pobladores que empiezan a quedar mal con compromisos financieros.

Este es el caso de Gregorio Martínez, de bermuda ‘camuflada’ por las manchas que ha dejado en su ropa la siembra y cosecha de plátano en su parcela familiar de 4 hectáreas. 'Debo –explica– dos créditos pequeños, pero el negocio no da para cumplir con las cuotas. El plátano del año pasado era más grande, más pesado, pero hoy prácticamente no lo quieren en mercados como el de Cartagena'.

A la sombra de un rancho de palma donde clasificaba el producto que podría ser 'interesante' para los compradores, este padre de familia contó que cada 15 días se ganaba unos 300.000 pesos con la carga de plátano que entregaba a mayoristas. Ahora recibe escasamente la mitad, que le alcanza para comer antes que para pagar sus deudas.

LA DEFORESTACIÓN

Gilberto Arrieta, concejal de Moñitos, va mucho más allá del problema que padecen los campesinos y se remonta a lo que empezó a suceder hace 15 años con la deforestación de, por lo menos, 3.500 hectáreas con el fin de adaptar el terreno para sembrar plátano.

Cuestiona que hay plataneras en lugares que 'no son adecuados' por la deforestación que ha venido sucediendo desde hace 15 años; señala que estas prácticas equivocadas ocurrieron por la 'falta de orientación' para los campesinos, que creyeron que podían instalar sus cultivos en cualquier parte. 'Esa mata es muy sensible y requiere de mucha agua. La costumbre de los nativos es no querer asociar el plátano con otro tipo de plantaciones', explica Arrieta.