Los dueños de la propiedad concentraron toda su atención para que todo saliera bien en el laboratorio artesanal que funciona desde el 2006, y donde ya han incubado cerca de 15 mil unidades de esta especie, antes en peligro de extinción.
Armando Viga, uno de los protagonistas de esta labor ecológica, explica que de 1.700 huevos que estaban en incubadoras al menos el 80 % se convirtieron en tortugas listas para vivir en el río Sinú, proceso de liberación que se hará este viernes.
La conservación y preservación de la tortuga de río la inició el padre de los Viga, don Luis Alberto Viga, en el 2006, después de convencerse que no era rentable y mucho menos para la naturaleza la caza indiscriminada del animal, que terminaba en el plato de los aldeanos. El proceso contó con la orientación de la bióloga Natalia Gallego, de la Corporación Autónoma Regional, CVS y de Conservación Internacional.
'Ahora nos llena de mucha satisfacción saber que estamos ayudando a una especie para que no desaparezca del planeta', sostiene Armando desde la casa funciona como laboratorio, en la ribera del Sinú.
El proceso inicia desde la construcción de playas artificiales en la orilla del torrente para que las tortugas mayores, que han sido liberadas a lo largo de todo este tiempo, desoven. Ese trabajo se hace bajo vigilancia de día y de noche de la comunidad, estudiantes de la zona, pero orientados por los Viga Ruiz, la mayor autoridad en la Costa para hablar de tortugas de río.
La función de incubar, vigilar el nacimiento y liberar las tortugas al río la cumplen todos los miembros de la familia: el ‘patrón’ de todos Luis Alberto Viga, y sus hijos Armando, Luis Carlos, José Alberto, Marledis, y ya empiezan a vincularse otros jóvenes bachilleres de la familia como Armando Jr., Luis Alfonso y Luisa Fernanda.
Lo más importante es monitorear el comportamiento de la temperatura en el laboratorio donde los Viga Ruiz producen tortugas, que debe ser entre 30 y 35 grados. Eso se vigila cada dos horas, con el fin de lograr que nazcan hembras y machos.
La casa de los Viga Ruiz prácticamente tiene en el patio al río Sinú. La vereda Caño Viejo está a 20 minutos de Lorica y se entra por un acceso en la vía que va a San Bernardo del Viento.
Los Viga están convencidos que desde el 2006 cuando empezaron a preservar la especie incubada en su propia casa se han aumentado las poblaciones juveniles, tal como ellos mismos lo han detectado en las playas del río. Lo más importante es que se controló el consumo de la carne de tortuga.
‘El festín de la conservación’
Para el biólogo Wilfredo González, consultor de Conservación Internacional, lo que han hecho los Viga Ruiz en Caño Viejo, Lorica, es 'un festín de la conservación', que además está haciendo eco en las nuevas generaciones.
'Con el apoyo de varias entidades entre ellas la CAR, CVS, a través del tiempo, se ha seguido incubando en casa de los Vigas, con regulación de temperaturas para liberar tortugas en el río Sinú, es un proceso muy bonito de conservación en el que se ha vinculado más gente de esa zona de Lorica', sostiene el biólogo González.
Dijo finalmente González que trabajo que han desarrollado los Viga Ruiz hay que resaltarlo a escala del mundo 'porque se han puesto la camiseta liderando además un trabajo de preservación de la especie de la mano de las comunidades'.