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La sorpresa de muchos usuarios del servicio de buses en Montería cuando levantan la mirada para cancelar el pasaje es que quien conduce es una mujer, la única entre 360 choferes de la empresa Metrosinú, una de las dos compañías encargadas del transporte colectivo en esta ciudad.

Ella es Ana Milena Alarcón Espitia, joven cabeza de familia, que entre trancones, polvaredas, calor y demás exigencias de ser conductora, no descuida el rol de madre con su única hija, Ana Carolina, estudiante de primer semestre de Licenciatura en Ciencias Sociales, en la Universidad de Córdoba. Las dos residen en una vivienda propia en la vereda Chocolate, corregimiento de Mateo Gómez, Cereté.

A esta valiente mamá la encontramos en el bus de número interno T 246, el jueves, en el que hizo cuatro vueltas y media con una sobrada destreza y calidad humana expresada a cada uno de los pasajeros que se subieron en la ruta que partió a las 5:20 a. m., desde la urbanización Comfacor en el corregimiento los Garzones. Desde allí, tomó la avenida Circunvalar hasta la calle 41, bajó hasta la carrera cuarta para atravesar el Centro hasta la calle 21, pasó por debajo del viejo puente metálico para doblar por Profamilia hasta la Brigada XI, atravesó la avenida principal del barrio Santander hasta el estadio del barrio el Prado, desvió hacia la urbanización la Gloria y finalizo en el sector Furatena. Cada recorrido tarda en promedio una hora y diez minutos.

Ana Milena llevaba un año desempleada, después de una larga experiencia trabajando como vendedora en almacenes de calzado, hasta que escuchó el anuncio que hizo la empresa Metrosinú, que a través de perifoneo pregonó el proyecto de emplear a las madres cabeza de familia como conductoras de los motocarros que sirven de alimentadores para las distintas rutas de la compañía.

Así permaneció durante tres años hasta que expresó a las directivas de la empresa las ganas de pasar del motocarro al bus grande, como lo hacen sus 360 compañeros de trabajo.

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'El salario que tenía no me alcanzaba, mi hija ya iba a ingresar a la universidad y la exigencia como madre cabeza de hogar cada vez es más grande, siempre he sido dispuesta, le he puesto amor al trabajo que realizo y por eso estoy aquí, firme en el timón en cada turno', expresa esta competente mamá.

La respuesta de sus jefes fue favorable, empezó de una vez el proceso de capacitación, pero inicialmente dentro de la compañía con tareas específicas como subir los pesados vehículos al cárcamo para cambio de aceite, llevarlos al taller interno, parquearlos en reversa para medir la distancia y el ancho del carro, hasta que un día con acompañamiento de un experto, Ana Milena salió a la calle.

Ahora se le observa tranquila al frente del timón, sin perder la feminidad que la caracteriza hasta cuando de adelantar otro vehículo se trata. En cada final de la ruta siempre hay espacio para retocarse el maquillaje, echarse pestañina, agarrarse el cabello y aunque sea un minuto, como buena mamá saber de su hija Ana Carolina, 'el mejor premio de la vida', recalca.

Ana Carolina relata que vive orgullosa de su mamá, a quien considera un ejemplo de lucha permanente para alcanzar los sueños de ambas. La joven prometió para hoy día de las madres, expresarle con una mirada a los ojos lo mucho que la ama y comprometerse con el mejor regalo: un comportamiento ejemplar y buen rendimiento académico.

'Me encanta su manera de ser, es un ejemplo permanente, buena mamá, a quien le gusta salir adelante con sudor, con entrega, vivo orgullosa de ella', sostiene la joven universitaria.

UNA SORPRESA PARA LA FAMILIA

En medio de carcajadas Ana Milena cuenta que en su casa no creían que ella fuese capaz de conducir un bus urbano, enfrentando complicaciones en materia de tráfico. Sin embargo, ha demostrado totalmente lo contrario.

'En mi casa me decían que este trabajo era para hombres, incluso, mis hermanos aseguraban que no tardaría mucho, pero me he mantenido sin problemas y los mejor de todo es que adoro mi empleo. Me sorprende que lo único que manejaba era bicicleta y lo más importante es que he contado siempre con el apoyo incondicional de mis jefes', relata Ana Milena en una amena conversación con un copiloto que la 'bombardeaba' de preguntas, sin descuidar el pesado tráfico, en plena carrera Cuarta de Montería.

Advierte que es consciente de la enorme responsabilidad que le asiste el trabajo de transportar personas 'y por eso, después de apartar todas mis preocupaciones me encomiendo a Dios para que sea él quien conduzca por mí, que cuide a los peatones, a los motorizados, y a quienes van en otros carros por lujosos o malucos que sean'.