Es vox populi en Córdoba que el problema de las inundaciones se origina, principalmente, en el robo que han hecho particulares –en algunos casos con el auspicio de las autoridades– de terreno de las ciénagas y demás ecosistemas como pantanos, lagos y entornos similares, los cuales anteriormente servían de amortiguamiento de las crecientes pero que ahora son extensiones ganaderas, a partir de acciones inescrupulosas de construcción de terraplenes.
'Los terraplenes los han construido particulares que se ha apoderado de la Ciénaga desde hace unos 20 años. So fincas de ganaderos que se apropiaron de esos terrenos', señala el alcalde de Momil, Emiliano Lugo.
El problema, que ha permanecido latente desde hace cerca de tres décadas, sin que hasta el momento haya mediado alguna acción jurídica para frenarlo, sale a relucir en cada emergencia invernal como la actual, por el rebosamiento del río Sinú, que deja a más de 13.000 familias entre afectadas en los municipios de San Pelayo, Cereté, Lorica, Momil, Purísima y San Bernardo del Viento.
El río Sinú, regulado en la cuenca alta por la hidroeléctrica Urrá, termina sin capacidad de amortiguamiento en las cuencas media y baja porque gran parte de la ciénaga grande del bajo Sinú que sirve de colchón en las crecientes sobre las jurisdicciones de Lorica, Chimá, Momil y Purísima, además de otros deltas, ha perdido extensión y capacidad de amortiguar el agua que abre boquetes y arrasa con propiedades campesinas, casas, enseres y animales de corral.
El análisis en ese sentido lo hace Juan José López, asesor general de la Asociación de Productores para el Desarrollo Comunitario de la Ciénaga Grande del Sinú (Asprocig), integrada por 32.000 personas de 9 municipios que son: Lorica, San Bernardo del Viento, Cotorra, Chimá, Tuchín, San Andrés de Sotavento, San Antero, Momil y Purísima. La asociación funciona desde 1991 como una organización ambientalista y defensora de derechos humanos.
Un análisis. De acuerdo con Asprocig, de 53.000 hectáreas que tenía la ciénaga Grande del Bajo Sinú hace más de 50 años, hoy cuenta solo con 27.000 hectáreas, es decir, se ha reducido casi a la mitad, sin contar con los demás ecosistemas que existían en la margen izquierda, que sumaban cerca de otras 10.000 hectáreas, actualmente disecadas. Esa es casualmente el área hacia donde el río Sinú ha abierto boquetes en los puntos Nicolasa, Mata de Caña, Monpox y Palo de Agua.
'Al perder las ciénagas capacidad de amortiguamiento, lo que ocurre es que ese volumen de agua que trae el río Sinú busca salida por la cuenca baja. Por eso, poblaciones como Lorica, Purísima, Chimá, San Bernardo del Viento y Cotorra son las de mayor vulnerabilidad frente al tema de inundaciones. Eso cada vez será peor porque la tendencia es a seguir disecando', explica López.
Solo entre los municipios de Momil y Chimá, que están en jurisdicción de la Ciénaga Grande del Bajo Sinú, existen 34 kilómetros de terraplenes construidos por privados, según lo advierte el alcalde de la primera localidad citada, Emiliano Lugo.
Por ello, el mandatario hace un llamado a la Agencia Nacional de Tierras, a la Corporación Autónoma Regional, CVS, para que, con apoyo de las Alcaldías, definan acciones que permitan frenar que las finca con terrenos de humedales existan.