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Hace 17 años Mirian Torres perdió a su hija Edilma Rosa Hernández Torres, en la ‘silenciosa’ masacre que cometió el extinto frente 58 de las Farc en la región del Manso, en Tierralta (Córdoba) y por lo menos nueve parientes, entre primos y sobrinos.

La joven, quien para esa fecha tenía escasos 21 años, fue hallada a los cuatro días, degollada, en la orilla de un riachuelo, como ocurrió con las otras 21 víctimas de ese mismo hecho violento, que ‘inundó’ de sangre a llas veredas de El Manso, Zancón, La Gloria y Palestina. Estas pequeñas poblaciones están por lo menos a tres horas del perímetro urbano de Tierralta a través de vías fluviales que atraviesan el Parque Natural Nacional Nudo del Paramillo.

La masacre, que no ha sido reparada, fue atribuida a la cúpula de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias (Farc) al mando de Rodrigo Londoño Echeverri (‘Timochenko’) y Luciano Marín Arango (‘Iván Márquez’ o comandante ‘Simón’). Como comandante del frente 58 en ese entonces estaba Jhoverman Sánchez Arroyave, ‘Manteco’.

Este natural de Tierralta, incursionó a la guerrilla hace más de 30 años y estuvo al mando de dicha célula guerrillera de las Farc en Paramillo. Previo al proceso de paz con el Gobierno fue considerado uno de los objetivos de las fuerzas militares, pero su destreza en el monte le ayudó a evitar ser neutralizado o capturado.

Todas las víctimas de la masacre, que habrían sido responsabilidad del frente de ‘Manteco’, eran trabajadores de un aserradero. El entonces grupo subversivo los señaló como presuntos cocaleros al servicio de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), organización paramilitar con la que se disputaban ese territorio del Paramillo.

Miriam relata que las 22 personas, entre las que se encontraba su hija, fueron interceptadas por un comando armado de las Farc, los obligaron a desviar la ruta que llevaban hacia el lugar de trabajo y los llevaron a la orilla de un río, donde los arrodillaron y los degollaron uno a uno, mientras los señalaban de ser auspiciadores de las Auc.

'Mi hija se ganaba los pesos para subsistir, trabajando para los madereros, ella era la cocinera, pero se presentó la mala hora cuando atravesaban la vereda El Socorro. Ese 22 de mayo de 2001 fueron interceptados por los guerrilleros, los desaparecieron y después encontramos a nuestros muertos', relata doña Mirian, desde su habitual trabajo en Tierralta, donde esta desplazada desde esa misma fecha y donde ha tenido que sobrevivir vendiendo empanadas, peto, o trabajando en el servicio doméstico.