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Cuando Manuel Ramón Ruiz Peralta, uno de los más veteranos planchoneros del Sinú, empezó en el oficio el pasaje costaba 5 centavos. Pero si el viajero llevaba un burro o un caballo, eran 10 por cada animal y 15 por cabeza del ganado.

'Yo vi crecer a Montería desde acá del río', asegura sonriente, sin dejar de mirar la margen izquierda del Sinú, en donde nació hace 74 años.

Desde su embarcación ha visto crecer a Montería a medida que atravesaba a decenas de personas de un lado a otro.

Siente orgullo porque heredó el oficio de sus papás, Manuel Ramón y Dionisia, dos de los primeros planchoneros de la región. 'Desde los 12 años estoy subido sobre un planchón que me ha servido para levantar a mi familia', añade.

Toda la vida en planchón

 Manuel, casado con Arsenia Díaz, con quien tuvo seis hijos, creció viendo a su padre manejar y luego él fue quien tomó el timón. Dice que este primer sistema de transporte público de la ciudad sigue siendo punto de referencia para la movilidad peatonal en los diferentes barrios y el Centro de la capital de Córdoba, aunque la oferta ha mermado.

Eso lo dice al recordar que en la década de los 60 los planchones movilizaban alrededor de 6 millones de personas cada año, cifra que ha descendido por la llegada de las rutas de buses, la construcción de los dos puentes aledaños al río, los mototaxistas y los corredores para ciclistas que unen la margen derecha con la izquierda.

En ese entonces madrugaba a las 4:00 de la madrugada hasta las 5:30 de la tarde porque los usuarios evitaban los tramos oscuros, cuenta.

Además de transportarmercancía y ganado, Ruiz administraba las embarcaciones, las construía y asesoraba a quienes se animaban a entrar en el negocio.

'Yo trabajé en la construcción del planchón de la 34 que anteriormente se conocía como el planchón de la sociedad de vecinos y también en la reparación de muchos otros', recuerda con orgullo.

Sin embargo, con la experiencia de 62 años en el oficio, asegura que el futuro económico de quienes se dedican a este trabajo está en el turismo. Aquí, explica, la propuesta de la Alcaldía de Montería para declarar los planchones patrimonio cultural de la ciudad es un proceso en etapa de recolección de pruebas y documentación.

'Eso aportaría una gran ayuda para el sostenimiento de las embarcaciones, pues resulta costoso el mantenimiento', añade.

Familia de planchoneros

Ruiz recuerda que en la década de los 20 su papá ya trabajaba y construía planchones. 

Sin embargo, solo dos de los cinco hijos de Manuel Ruiz y Dionisia Peralta heredaron los planchones porque los otros tres se decidieron por la docencia.

'Mi hermano menor Medardo y yo empezamos a interesarnos en el planchón, especialmente después de que veníamos de clase de estudiar en la Institución Educativa Nacional José María Córdoba, el Nacional. Además ayudábamos a mi papá con un turno para maniobrar el planchón', agrega.

Dice que con los años el negocio empezó a crecer al ritmo de la demanda. Todos querían una porción del naciente negocio que mantenía comunicada a la creciente ciudad.

 'Por ser negocio, comenzaron a cobrarles a los estudiantes y el que no tenía los 5 centavos para pagar le mojaban los cuadernos. A mí varias veces me pasó, por eso mi papá junto con otros vecinos de la época decidieron construir el planchón comunal que era administrado por varias familias y no le cobraba a los que iban para el colegio', recuerda.