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Desviar crecientes en época de lluvias y conservar agua en tiempos de sequía, son algunos de los beneficios generados a partir de técnicas ancestrales de la etnia Zenú.

En medio de un entramado de caños y lagunas habita una comunidad de campesinos que, a pesar de no contar con títulos de propiedad, escarban la tierra para la construcción de sofisticados sistemas de canales que les permiten drenar y conectar corrientes de agua que utilizan para la siembra de pancoger y de alevinos.

A punta de pico, pala y mucha determinación, los lugareños combaten las amenazas que afectan a la Ciénaga Grande del Bajo Sinú, muchas relacionadas con el cambio climático, la degradación de suelos, la contaminación, la ganadería y la agricultura extensiva.

El espejo de agua de más de 44 mil hectáreas amortigua las aguas excedentes del río Sinú y comprende a los municipios de Chimá, Lorica, Momil, Ciénaga de Oro, San Pelayo y Purísima, precisamente en este último es donde se elevan desde hace 24 años los camellones, como si fueran las murallas de un reino en el que la única soberana es la naturaleza.