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Las 591 hectáreas de tierra fértil son el aro que circunda la joya de la corona, una edificación de varios cientos de metros cuadrados, con pisos ajedrezados, amplios salones, una piscina frontal y un lago con exóticos peces que anteriormente perteneció al clan Castaño, pero que con la puesta en marcha de la reforma agraria pasó a ser parte de la reparación para 50 campesinos víctimas de la violencia en Córdoba.