En febrero de 2004, un mes después de las primeras conflagraciones, el padre Gabriel Amorth, presidente honorario de la Asociación Internacional de Exorcistas, declaró: 'Hay que llamar a un sacerdote para que bendiga las casas'. Y aunque aseveró que el diablo era capaz de originar fenómenos como los que estaban sucediendo en aquel piccolo paese de Sicilia, también reconoció que nunca los había visto proliferar tanto y con tanta intensidad. Quizá se debiese a que sus habitantes habían provocado al demonio, debió pensar, a juzgar por sus declaraciones de entonces: 'Satanás es capaz de golpear donde quiere si se le abren las puertas con prácticas espiritistas o magias negras'.
A la aventurada hipótesis del exorcista Amor sobre lo que estaba sucediendo, le siguieron las de los duendes, fantasmas y espíritus. Estos debían estar detrás de ese súbito fuego que se movía entre sofás, camas y microondas abrasándolos con una fuerza destructora y maligna.
Nada dicen las noticias de esa época sobre si los habitantes de Canneto acataron los consejos del sacerdote, como tampoco si se dieron a la tarea de hacer bendecir sus casas y pedir que se practicaran exorcismos. Pero lo único cierto es que estaban ocurriendo sucesos muy extraños, sin ninguna lógica que pudiese explicarlos.
La población costera de Canneto, situada en el municipio siciliano de Caronia, a orillas del mar Tirreno, estaba siendo golpeada por una aterradora, incontrolada e inexplicable energía que, de improviso, surgía en los hogares haciendo arder electrodomésticos, enseres diversos y hasta algunas casas.
El primer incendio se produjo el 15 de enero de ese año, en la vivienda del vendedor de seguros Antonino Pezzino. Atónito, vio cómo su televisor empezó a echar humo y luego a arder, y acto seguido se empezaron a quemar las cortinas, las colchas y su sofá.
Pezzino achacó lo sucedido a posibles daños de su instalación eléctrica. Sin embargo, en días sucesivos idénticos y sorpresivos incendios por combustión espontánea se fueron produciendo en las casas de sus familiares y en las de otros habitantes del pueblo, aterrorizando por completo a la población.
Ardían no solo electrodomésticos sino objetos que no estaban relacionados con la electricidad, ni cerca a tomas de corriente.
El alcalde de entonces, Pedro Spinnato, presionado por las protestas de sus ciudadanos, decidió evacuar todas las casas para poder entrar en estas y estudiar lo que estaba ocurriendo. Para resguardarlas de posibles robos pidió un destacamento de policías y para prevenir más incendios trajo a pernoctar a un contingente de bomberos. Por su parte, los habitantes de Canneto se alojaron en domicilios de familiares y amigos.
Con el fin de determinar lo que estaba ocurriendo, Enel, la empresa de energía eléctrica, desplazó personal suyo hasta Canneto. Cortaron la electricidad a las viviendas y se pusieron a investigar. Pero, para sorpresa de todos, el domingo de esa semana de sobresaltos, sobre las 18:45, Anthony, el sobrino de Filippo Casella, un anciano del pueblo, desde la estación del ferrocarril vio algo que lo dejó estupefacto: el contador eléctrico de la casa de su tío estaba ardiendo. 'Era imposible que fuese por un problema de electricidad. Desde el sábado anterior no teníamos luz y, además, se había eliminado uno de los generadores', explicó en su momento.
Anthony no fue el único sorprendido. La energía siniestra, que hacía entrar en combustión espontánea y por separado diversos enseres y aparatos eléctricos, parecía no querer detenerse. En el hogar de una pareja de jóvenes recién casados, que tampoco contaba con suministro de energía eléctrica, ardió todo el mobiliario, la nevera y el resto de enseres que componían su vivienda. Y luego el fuego devorador visitó más hogares.
Policías y bomberos fueron testigos de lo que estaba sucediendo. Un jefe de la Policía alcanzó a declarar que detrás de todo aquello debía haber 'manos intencionadas'.
Los extraños e incomprensibles acontecimientos de esta pequeña localidad de 180 habitantes, a los pies del monte Nebradis, se propagaron y los curiosos de pueblos vecinos empezaron a llegar. El alcalde Pedro Spinnato hubo de pedirle a la Policía que les impidiera el paso. El pueblo debía estar despejado para acometer las investigaciones pertinentes.
Revisadas y posteriormente descartadas las líneas del fluido eléctrico de los hogares de Canneto, como causantes de las combustiones espontáneas, se pasó a estudiar la línea del ferrocarril Messina-Palermo, que pasa por el pueblo. Se creía que dicha línea podía estar produciendo dispersión de energía adyacente y que esa fuese la posible causa de los siniestros domésticos. Pero esto también quedó descartado.
Sucedió entonces que, de repente, y sin que mediara ninguna explicación, los incendios dejaron de producirse. Se habían ido de la misma forma en que habían venido: sin explicación alguna.
Los habitantes de Canneto regresaron, pues, a sus hogares.
Tiempo después, las combustiones repentinas se volvieron a producir. Y al pequeño pueblo costero regresó el miedo.
En el año 2005, el alcalde Pedro Spinnato se vio en la necesidad de hacer un llamado nacional. El entonces primer ministro Silvio Berlusconi tomó cartas en el asunto y creó un grupo interdisciplinar de expertos con el fin de que se investigara a fondo lo que estaba ocurriendo. Se autorizó bajo la ordenanza de emergencia de la Protección Civil número 3428. El grupo lo conformaban profesionales de los Ferrocarriles Nacionales, del Centro Electrotécnico Experimental Italiano, de la Agencia Regional para la protección del Medio Ambiente, ingenieros eléctricos de la Facultad de Messina, profesores de Ingeniería eléctrica, trabajadores de Protección Civil y de Brigadas contra el Fuego y expertos de geofísica y vulcanología.
Con este cartel de lujo, Canneto fue puesta patas arriba. Se zambulleron en su mar, pues se hablaba de la posibilidad de que de este estuviese partiendo electromagnetismo; además, los habitantes del pueblo decían que de allí salía cierta luz misteriosa; investigaron su cielo porque se decía que cuando se producían las conflagraciones, apostados allá en lo alto, se podían divisar ciertos extraños objetos voladores; escudriñaron su suelo por si hubiese fuerzas volcánicas que estuviesen desatando los fenómenos. Cerca de Caronia están las islas Eolias, volcánicamente muy activas; y por último se instalaron múltiples sensores en todo el área de Canneto de Caronia para poder indagar sobre la procedencia de esas extrañas radiaciones que traían a todos de cabeza.
Dos años permanecieron activos aquellos sensores a la caza del mal. Sin embargo, los impulsos de energía que se lograban captar duraban tan poco que era imposible determinar con certeza de dónde provenían.
El estudio de los especialistas fue entregado al Gobierno en el 2007. Y lo único que trascendió del mismo fue que los extraños fenómenos de Canneto no tenían su origen en causas naturales.
Otras voces, que decían haber tenido acceso al informe, hicieron trascender distintas y sorprendentes revelaciones. Según estas, el estudio depositado en el Palacio Chigi, en uno de sus apartes apuntaba a que las misteriosas descargas eléctricas provenían de tecnología militar desarrollada, aunque de origen no terrestre. Se habló de los satélites que pululan por el espacio y que la extraña energía podía estar siendo enviada desde allí; de supuestas pruebas de armas de guerra desconocidas que se estarían probando en la pequeña población de Canneto... Pero lo más importante, como era saber lo que estaba ocurriendo, nunca se explicó.
Era el 2007 y hasta esa fecha ya se llevaban contabilizados más de 300 siniestros causados por las atemorizantes combustiones.
El pasado 17 de julio, la extraña energía reapareció. Lorenzina, una anciana viuda de Canneto vio cómo frente a sus narices se incineraban su televisor, el enchufe de la cocina y varios objetos de su baño. Después de este incidente, se sucedieron otros y, como antaño, los habitantes de Canneto empezaron a dormir fuera de sus casas, representantes de la empresa de energía volvieron a desembarcar en el pueblo, al igual que la Policía y funcionarios de Protección Civil.
Hace pocos días le tocó el turno de las combustiones espontáneas a la familia Rossello, en su casa de la calle Mare di Canneto. Dos noches antes, habían ardido varios enseres de casas vecinas y, ante la posibilidad de que sucediera algo en la de ellos, el alcalde Calogero Beringheli les había ordenado que la desalojaran. Era probable que esa tercera noche ellos también fuesen sus víctimas. Para pasmo de todos, la energía se anticipó presentándose sobre las 9:40 de la mañana. Había alterado los horarios en que se estaba moviendo y los había sorprendido poco después del desayuno. En esta ocasión, hizo entrar en combustión una ropa que estaba en la primera planta y luego una tabla para hacer abdominales que se encontraba en la buhardilla. De ahí se escabulló hacia el piso de Nino Pezzino, situado a la derecha del de los Rossello, también quemando ropa y un rollo de papel higiénico. Y redondeando todo el área, luego se presentó en el piso de la izquierda, de Catena Cangemi, haciendo arder tres alfombras persas que se encontraban enrolladas en la buhardilla. Lo increíble es que el destacamento de bomberos que se encontraba en alerta desde hacía días en el pueblo no pudo auxiliar de inmediato a las familias afectadas porque todas las alarmas de incendios que se colocaron en las casas en el año 2005, tras aquellos primeros incidentes ya relatados, saltaron y sonaron a la vez, haciendo imposible determinar cuál era la vivienda que debía ser auxiliada.
El alcalde Calogero Beringheli ha pedido al Primer Ministro italiano Matteo Renzi que el Gobierno intervenga y busque una solución a esta llama misteriosa que tiene, de nuevo, a su pueblo sumido en el espanto.
Por lo pronto, algunas casas ya han sido bendecidas.