¿Por qué una empresa italiana que fabrica uno de los cafés más exclusivos del mundo se ofrece a mandar su producto completamente gratis a La Cueva? La respuesta obvia es que se trata de una estrategia comercial y que nada en este mundo es gratis. Pero antes de dar respuestas obvias es bueno tener en cuenta que Bristot, la marca de café en cuestión, no se distribuye en Colombia ni tiene en sus planes futuros hacerlo. La respuesta no obvia la tiene Marco Milan, un activista cultural y creador, entre otras cosas, de plataformas artísticas como Tales-on, que hace algunos meses me llamó para proponerme escribir sobre el error. Básicamente me dijo: Eres el fundador y director de Fracaso Ltda., imagino que el error es parte integral de tu oficio.
Mi primera reacción fue preguntarle qué tipo de proyecto tenía en mente y él respondió que primero debía aceptar la propuesta. Así lo hice y también lo hicieron otros cuatro escritores colombianos: Juan Manuel Roca, Óscar Collazos, Rober H. Marlowe y Guillermo Linero. El objetivo era un libro titulado Sobre el error, pero allí no acababa el asunto. Marco Milan había involucrado en su proyecto a cinco artistas plásticos colombianos que crearían cada uno una imagen sobre el mismo tema. El objetivo era presentar visiones que pudieran transformar la percepción negativa de error en algo creativo e incluso en nuevos conceptos y hasta oportunidades de vida. La segunda pregunta que le hice a Milan fue por qué había elegido a Colombia para su proyecto y él respondió que su patrocinador era Bristot, una exclusiva marca de café italiano, que aunque no tenía intereses comerciales en Colombia quería tener un gesto de gratitud con nuestro país porque en la fabricación de uno de sus productos usaban materia prima colombiana. El hecho de que una empresa tuviera la gratitud como parámetro de sus relaciones aumentó mi interés y así terminé trabajando en otras fases del proyecto e invitando a Marco Milan a hacer su lanzamiento oficial en Barranquilla y no en Bogotá como estaba previsto en un primer momento. Para convencerlo le conté todo lo que representaba esta ciudad en la historia del país y le hablé de la Fundación La Cueva y del Carnaval Internacional de las Artes. Tanto Marco Milan como su patrocinador se entusiasmaron con la idea y, demostrando una vez más su generosidad, asumieron los costos de la presentación y se ofrecieron a dar, a través de La Cueva, café Bristot por siempre a los barranquilleros.