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Al zarpar el viejo bote ya roído por el uso, su proa fue abriendo paso frente a la corriente, disminuyendo la resistencia hidrodinámica con movimiento equilibrado dejando hermosas figuras en forma de 'v' invertida que entonaban con el golpeteo de las aguas del río Magdalena, recuerdos convertidos en melodías. Esas evocaciones instigaban el alma de los banqueños quienes, adornados con la pompa de la imaginación, tarareaban los versos de La piragua.

En El Banco, viejo puerto fluvial, nació José Benito Barros Palomino el 21 de marzo de 1915, su madre Eustasia Palomino fue descendiente de los indígenas pocabuyes, músicos por naturaleza que se manifestaban a través de las danzas fúnebres o religiosas en los momentos importantes de su vida cotidiana, como recolección de cosechas, nacimientos, bodas, etc., utilizando como instrumentos cañas de millo, troncos, totumos, cueros y caracoles. Su padre fue João María Dú Barros Traveceido, descendiente de portugueses, quienes en momentos de soledad, sobre todo los que viven en puertos, a través de cantos nostálgicos y profundos, denominados fado, describen el fatalismo, la frustración y los malos momentos de la vida. Son personas sui géneris que les gustan los detalles, aprecian el talento, amantes de las distancias, de los ensueños, de la música y los acordes de la viola o guitarra española, y la guitarra portuguesa.

El Banco, viejo puerto

RESTABLECIDO DE SUS MALES SE ENCUENTRA EL COMPOSITOR BANQUEÑO JOSE BARROS INSIGNIA DEL FOLCLOR NACIONAL

Junto a un hermano, João María emigró de su país e ingresó a Colombia por La Guajira, donde inicialmente se establecieron por algún tiempo en el corregimiento Camarones, un caserío de afrocolombianos y wayuu cercano a Riohacha. João María siguió solo su periplo y llegó a El Banco (Magdalena), donde se dedicó al comercio y a la política. Allí se casó con una ocañera con quien tuvo dos hijos: Óscar y Nicolás. Al enviudar encontró de nuevo el amor con Eustacia Palomino, con quien tuvo varios hijos. En el municipio de El Banco fue muy apreciado y reconocido, ocupando cargos importantes como prefecto de la Provincia de Río de Oro y alcalde de su pueblo.

José Benito fue el menor de los cinco hijos de João María y Eustacia, criado por su hermana Clara, quien lo tomó desde la niñez al fallecer sus padres. En El Banco vivió sus primeros años, y desde muy temprana edad mostró aptitudes e interés por la música, impregnado por su sangre portuguesa, los ritmos autóctonos que escuchaba en las fiestas de Navidad, de la Virgen de la Candelaria patrona del Municipio, y los carnavales, que aglutinaban con gran alboroto las expresiones artísticas de la región.

El Banco, debido a la posición estratégica sobre el río Magdalena, ha sido un puerto de transcendental importancia desde la colonia para la economía regional. Esta ventaja promovió la llegada de extranjeros en busca del comercio, filón importante e inexplorado en esos momentos, quienes intervinieron sigilosamente en todos los aspectos socioeconómicos de la población, generando profundas transformaciones. Años después su desarrollo se afectó por la disminución del movimiento comercial del puerto ocasionado por la construcción de la carretera nacional y el ferrocarril, que le dieron vía libre al transporte de mercancías por medios diferentes al fluvial, y por el auge del puerto Las Flores, en Bocas de Ceniza, que estimuló notoriamente el comercio hacia los grandes centros de consumo de la Costa Atlántica.

Aunque los avatares que ha vivido este municipio, distante geográficamente de Santa Marta, capital del Departamento, lo han llevado a un enorme letargo, ausente del desarrollo económico que han logrado otras ciudades de la Costa, El Banco continúa siendo un referente importante de nuestra cultura colombiana por ser la cuna de José Barros, quien contagió la sensibilidad nacional con la luz de sus composiciones.

Benito, como se le conocía en El Banco, solo pudo estudiar hasta cuarto año de primaria por las grandes dificultades económicas a las que se vio abocado al fallecer sus padres. Se dedicó a diversos oficios para lograr su manutención, como lo afirmó: 'Yo era un muchacho completamente avispado, como se dice. Buscaba la moneda como fuera, haciendo lo que fuera; a mi me toco vender a esa edad almojábanas, arepas, leche hervida por la calle, para ganarme los 30, 40 centavos diarios. Entonces los amigos importantes de mi papá, que se ponían en las esquinas, en las sombras de los palos de matarratón a tomar, me llamaban para que les cantara. Yo les cantaba, y en esa época era son cubano, tangos, boleros y rancheras. Yo no sabía hacer cumbias, ni porros, ni vallenatos, ni nada de esa vaina, eso no se conocía, y si se conocía no se cantaba, porque eso era vulgar'.

Su primera composición

José Barros, de una creatividad musical impresionante, comenzó a hacer canciones desde muy joven, a los 12 años. A Magdalena, una hermosa mujer de El Banco, le compuso La nena, su primera canción. Con el pasar del tiempo aprendió a tocar la guitarra escuchando a su tío Roberto Palomino, y su vida la consagró a todo lo relacionado con la música, razón de su existencia.

Trashumante por herencia

A los 17 años, trashumante como su padre, motivado por el interés en conocer todo lo relacionado con la música que en cualquier recodo del puerto escuchaba, y por su deseo de escudriñar los diversos géneros musicales, tomó la determinación de viajar en busca de lo que verdaderamente le apasionaba. Guiado por esa fuerza que interiormente lo impulsaba y lo hacía sentir bien, entendió que su pueblo no satisfacía sus anhelos y sus esperanzas para darle apoyo a su imaginación creadora, por el contrario se sentía insatisfecho por esas limitaciones que obstruían sus sueños.

Acompañado por su vieja guitarra emprendió un viaje en busca de nuevos horizontes. Necesitaba conocer artistas y compositores que le ayudaran en todo lo concerniente a la música, para construir sus canciones inspiradas en el mundo de realidades y fantasías que vibraban permanentemente en su espíritu.

Viajó inicialmente a Santa Marta, donde prestó el servicio militar. Regresó un tiempo a El Banco y luego se fue a Antioquia atraído por los tangos, llegó a Segovia, donde trabajó en la minería, y en 1935 se radicó en Medellín, en el mundo del barrio Guayaquil, que era donde podía estar debido a su precaria situación económica, pero logró participar en un concurso popular que realizó la Voz de Antioquia y resultó ganador con su canción El minero, que le abrió las puertas musicales de la ciudad. Luego estuvo en Cali, partió a Panamá, Chile, Perú, Argentina, Brasil y México, siempre indocumentado y deportado por más de una vez. Como no tenía recursos económicos se hospedaba en hoteluchos de barrios bajos, acompañado de su guitarra, que permanentemente empeñaba, y de su talento como sostén. 'Yo andaba por todas esas ciudades y pueblos con una guitarra vieja. En esas casitas de los mercados, las niñas de vida bastante alegre, mis amigas, me daban dormida porque yo cantaba en las emisoras más baratas y les dedicaba canciones'.

En 1944 en México, Agustín Lara lo destacó como el compositor más grande de Latinoamérica. En la Plaza Garibaldi se reunía con compositores e intérpretes, y aprendió cómo se hacían las rancheras. Buenos Aires fue su obsesión, escuchaba desde niño en El Banco a Carlos Gardel, máximo exponente de los tangos por sus composiciones y por la calidad de su voz. En esa preciosa ciudad de inmigrantes, donde confluye una enorme diversidad cultural y étnica, conoció verdaderamente el tango, cuyas letras escritas en la jerga local expresan el estado anímico que origina el amor, la vida, las alegrías y las desdichas. Allí aprendió a hacer tangos y pudo definir los conceptos musicales esenciales que le facilitaron su proyección internacional.

Después de un duro trajinar logró en Lima (Perú), sus primeras grabaciones para RCA Víctor, entre ellas el famoso tango Cantinero sirva tanda:

'Oiga, mozo, traiga pronto/de lo mismo que ha servido/para ver si así me olvido de lo que me sucedió/No es que yo me esté muriendo/por lo sucio que ha jugado/pero estoy decepcionado/porque ayer me traicionó'.