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Mauricio Babilonia, a pesar de ser un personaje secundario, en Cien años de soledad, se ha convertido en un ícono del mundo macondiano y del Caribe, quizá por su mágica espectacularidad de llevar siempre sobre su cabeza una nube de mariposas amarillas.

Es, en cierto modo, uno de los motivos ya proverbiales del realismo mágico, igual que el ascenso a los cielos de Remedios, la bella, o las levitaciones del padre Reyna, después de tomarse una taza de chocolate caliente.

El otro lado en la vida de Mauricio Babilonia es el final trágico que tiene, cuando es tiroteado como ladrón de gallinas cuando intenta entrar a la casa de los Buendía para visitar a Renata Remedios Buendía, Meme, porque Fernanda del Carpio no aprueba los amores de su hija con un simple mecánico de la compañía bananera.

De la relación con Mauricio Babilonia, Meme queda embarazada y da a luz a Aureliano Babilonia, que Fernanda del Carpio intenta ahogar y termina criándolo a escondidas y presentándolo finalmente como a un niño que fue encontrado en una canastilla, igual que Moisés.