Construido, en parte sobre la figura histórica del general Rafael Uribe Uribe, jefe de varias revueltas y revoluciones liberales fracasadas frente a las fuerzas conservadoras, el coronel Aureliano Buendía es una representación de la dignidad en la derrota.
Una idea ya manifiesta en el viejo coronel sin nombre, tesorero de la revolución, de 'El coronel no tiene quien le escriba', es la de que el país está como está porque los liberales perdieron las guerras y firmaron aquel armisticio en la hacienda Neerlandia.
Y esta idea va a estar presente en la vida del coronel Aureliano Buendía, quien, frustrado en los objetivos de sus campañas, que cubren 32 levantamientos armados en 20 años, termina recluido en su casa de Macondo, elaborando pescaditos de oro, en una labor de tiempo circular, de reiterativa actividad a lo Sísifo.
Del mismo modo, escapa a 14 atentados y 73 emboscadas, a un pelotón de fusilamiento, además de salir vivo del balazo suicida que se propina en el lado del corazón. Nunca se toma una foto ni acepta la pensión vitalicia que le ofrecen, aferrado a su terco orgullo de guerrero convencido.
Frente a esta estampa combativa de Aureliano Buendía aparece su imagen familiar e íntima. Es iniciado en la vida sexual, al igual que su hermano José Arcadio, por Pilar Ternera, con la que tiene un hijo, Aureliano José. Se casa con Remedios Moscote, quien muere embarazada con gemelos atravesados en el vientre.
Así mismo, llega a tener 17 hijos con distintas mujeres a las que conoce a lo largo de sus correrías de guerra. Es un hombre silencioso y concentrado en sí mismo. Fallece de muerte natural, mientras orina recostado contra el palo de castaño del patio.