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García Márquez recoge la leyenda caribeña de Francisco el Hombre, un juglar de más de 200 años, que se vale de sus cantos y un acordeón regalado por Sir Walter Raleigh, en la Guayana, para transmitir noticias de la región, desde Manaure, en La Guajira, hasta los pueblos de la Ciénaga. Úrsula, por ejemplo, gracias a él, se entera de la muerte de su madre en las estribaciones de la Sierra.

Francisco el Hombre es realmente una especie de institución noticiosa, como lo son hoy en día las emisoras de radio. Su fama se sustenta en que había derrotado al diablo en un duelo de coplas cantadas.

La leyenda, dentro del funcionamiento del realismo mágico garciamarquiano, busca enterarnos del origen del vallenato, cuando el canto y su acompañamiento con acordeón surgían de la necesidad de contar, de transmitir, a cambio de unas monedas, información sobre sucesos que podían interesar a los oyentes, en una época en que no se tenía la transmisión de informaciones por medios más modernos.