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Macondo, Gabo, paz, libro, palabra, mágico. Sustantivos, adjetivos y un nombre propio: Gabriel García Márquez, vuelto común en el discurso de las personalidades que dieron apertura a la vigésima octava edición de la Feria Internacional del Libro de Bogotá. Un homenaje al nobel colombiano y al mundo que creó con su obra a partir de realidades como la masacre de las bananeras, el amor de sus padres o la pensión que nunca le llegó a su abuelo. Bienvenidos a Macondo.

Sergio Ramírez, escritor nicaragüense que encabezó la legión extranjera invitada, fue categórico: 'Todos somos Gabo, todos somos Macondo. En las barberías, las galleras y las cantinas'. Y propuso que la imagen del letrista no solo aparezca en un billete aún por imprimirse, sino en los quintos de lotería y en las tapas de los cuadernos. Incluso propuso que en las casas se disponga de un altar con una velita encendida.

Ciertamente cundió un sentimiento de gratitud por el cataquero, el prodigioso hombre del Magdalena que vivía en permanente pelea con la palabra. La escritora Piedad Bonnett le agradeció por 'pintar nuestra saga con magia, realismo y humor'. Un retrato a partir de los espejos de Macondo, como uno de esos frente a los cuales el viejo Emiliano Zuleta Baquero palideció cuando vio que le mostraba un hombre igualito a él. Eso es Macondo.

Macondo, el ‘país’ de los inventos y donde a las cosas había que señalarlas con el dedo y donde había que ponerles un aviso que diera cuenta de su funcionalidad durante la peste del olvido. Ese ‘país’ del que Juan Manuel Santos se declaró presidente encargado está recreado en el recinto de Corferias en homenaje al nobel.

Con todo y el ferrocarril, los gallos de pelea, las mariposas amarillas, las cartas del coronel y la guirnalda que a Fermina Daza le daba esa aureola de diosa coronada.

Porque 'ser ciudadanos de Macondo es una condición de millones de latinoamericanos', como lo dijo Andrés López Valderrama, director ejecutivo del recinto de Corferias. La feria será una oportunidad para que no sólo se rinda homenaje a Gabriel García Márquez, sino para que se vuelva a sus letras, para leerlo y releerlo y para que se entienda por qué medio mundo se ve reflejado en sus obras.

Ocasión inmejorable para honrar a García Márquez es la Feria Internacional del libro, donde la palabra es su corazón, como lo afirmó Enrique González, presidente de la Cámara Colombiana del Libro. En cada frase de los personajes que dieron apertura al evento de la literatura, se fueron enlazando sentimientos y virtudes que apuntaban a la reconciliación a través de entendimiento y la palabra escrita.

González, antes de que el presidente Santos se ubicara en su atril, le ofreció el respaldo del gremio editorial a los anhelos de paz. Una paz que para el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro Urrego, también presente, se forja desde la equidad y los ríos multicolores de las diferencias. 'Gabo decía: eduquen a los niños', reseñó el mandatario capitalino, confeso influenciado por la obra su obra.

El presidente Juan Manuel Santos, que esta vez no entró bañado en silbidos, sino precedido de aplausos, se encargó del colofón tal como empezó, con el tema de la paz, pues un coro infantil de la Secretaría de Educación, marcó el preludio con el paseo vallenato Un canto a la paz. 'A esos que me han chiflado les digo que no sólo importan las víctimas pasadas sino las que se pueden evitar.

El jefe de Estado refirió que el fin de semana pasado una niña de Arauca, en un papelito, le dio la fórmula para encontrar la paz: 'Quitémonos la venda del odio para ver al prójimo con amor'. Idea propia de este país, de cuyas duras realidades, surgen mundos mágicos. Como el universo de Macondo.