La primera impresión de Jaime, el García Márquez que 'no escribe ni cartas de amor', como él mismo lo dice, es que el lugar le produce 'una alegría llena de dolor'. Le cuesta trabajo reponerse del impacto tras cruzar el umbral del pabellón Macondo, el país invitado de la Feria Internacional del Libro de Bogotá Filbo 2015. Tiene gratitud por el homenaje a su hermano Gabo, pero en sus emociones convergen los recuerdos y la nostalgia por este primer año de soledad.
Continúa el pariente del nobel: 'Es difícil poder explicar este recorrido, tengo el dolor a flor de piel. Hablar de Gabito puede ser la cosa más compleja o sencilla del mundo porque era el tipo más elemental que uno se pueda imaginar…' Y tal como lo describe el propio Jaime, parece que en este viaje por el país de Macondo, recreado en el recinto de Corferias, no hay un itinerario fijo, sino un recorrido libre, que para realizarlo, el único pasaje que se requiere es la imaginación.
Así se advierte de las impresiones de Yesenia y Valeria, dos colegialas de grado once que llegaron a la Filbo en plan de tarea escolar, pero que hace algunos años se acercaron a las novelas de Gabriel García Márquez por voluntad propia. Yesenia dice que tiene que volver a leer Cien años de soledad, porque a la edad que lo hizo muchas frases le parecieron complejas. Frases que ahora intentó descifrar a través del paseo por el recinto ferial.
Jaime Abello Banfi, director de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) y uno de los gestores del país de Macondo en la feria, afirma que el lugar es un espacio abierto a la interacción con criterio 'evocador y no concluyente', en el que cada cual puede tener un concepto porque no hay reglas ortodoxas ni en su interpretación ni en su significación.
'La percepción de Macondo cambia con el paso del tiempo y del contexto del tiempo en que se lee', piensa Abello Banfi. Ciertamente las interpretaciones son disímiles, pues en el lugar hay académicos, investigadores y tropas de párvulos que por primera vez llegan a la feria o que no han tenido contacto con una primera página de García Márquez, pero que ya saben de su fama, y de aquello de que 'Gabo es el colombiano más universal de todos los tiempos'.
Lo que piensan los niños
María Paula, una pequeña de ocho años apura a definir Macondo: 'es un lugar donde hay un tren amarillo, un acordeón y un imán que encuentra cosas perdidas'. La niña habla en el espacio Gabriel el viajero, una estación del recorrido, y bajo el murmullo de un son vallenato que proviene del salón de espejos y espejismos, otra parada en el viaje. La estudiante de básica primaria habla y se aleja rauda para no perderse de un curso bullicioso que denota entusiasmo.
Justo de los espejos y espejismos, donde se sembraron matas de plátano y a través de fotogramas se proyecta la masacre de las bananeras, le habló a EL HERALDO la poeta y escritora Piedad Bonnett, una de las curadoras dentro del equipo creador. 'Los espejismos son la ciudad de las utopías fracasadas, como decía García Márquez', refiere la novelista.
Para ella, el mundo de Macondo construido en la Filbo no es tan evidente. 'La idea es que el visitante haga la pausa, se detenga y vea cada uno de los lugares'. Bonnett, autora de Lo que no tiene nombre, habla, por ejemplo, del espacio de las campanas, un lugar donde el viajero logra internarse en sonidos y pasajes del legado garciamarquiano.
Sobre la bonanza
En la estación de los espejismos, refiere la poeta, Gabo aborda 'las fiebres que cada tanto tenemos', como las bonanzas marimbera, la cafetera, o la fiebre del petróleo. Bonanzas que, afirma, dan pie para los imperialismos que extraen todo y se van. 'No queremos que vengan y se lleven hasta el mar', había citado Bonnett a Gabo en las alocuciones de apertura.
En la gallera, una de las primeras estaciones del viaje, el investigador de la Biblioteca Nacional Nicolás Pernett, señala que el pabellón recrea y no define la obra del nobel de Aracataca. El conocedor de la literatura de Gabo habla en el espacio que evoca pasajes vistos en varias de sus novelas. 'Las peleas de gallos, hacen parte de la idiosincrasia Caribe y son menos perversas que la minería ilegal'. En la Filbo, por ese espacio pasarán escritores, académicos y acordeonistas vallenatos que han musicalizado a Gabo.