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En 1986, un joven filósofo llegó a un salón de clases del colegio Liceo Cervantes. 'No saquen nada, porque hoy vamos a hablar de Borges', relata 30 años después Alfredo Sabbagh. Cuando sonó el timbre para cambiar de clase, los estudiantes de Diego Marín Contreras le pidieron que siguiera hablando. Estaban embelesados.

Marín falleció este sábado debido a una insuficiencia cardíaca, en su residencia en el norte de Barranquilla. El escritor y columnista de EL HERALDO 'le escribirá poemas y crónicas celestiales a Dios', dice el anestesiólogo Juan Miguel Griego, su amigo desde el bachillerato.

Nacido en 1958, era hijo de Guillermo Marín y Josefina Contreras, ambos fallecidos, unión de la que nacieron además Guillermo, Fini, Danilo y Margarita. Deja cuatro hijos: Askandra, Catalina, Diana y Diego Andrés.

Marín estudió Filosofía y Letras en la Universidad Metropolitana. Fue profesor de español y literatura en diferentes instituciones académicas de la capital del Atlántico, director de la Biblioteca Piloto del Caribe, de la Biblioteca Departamental y secretario de Cultura del Atlántico.

Griego recuerda las tardes que compartió con Marín en la biblioteca de su casa. 'Yo me quedaba escuchando sus disertaciones sobre obras clásicas de la literatura. Leíamos a Rubén Darío, William Faulkner, Walt Whitman, Hermann Hesse y Franz Kafka'. Agrega que la vida del escritor 'fue una paradoja kafkiana'.

Sobre sus clases en el Liceo Cervantes, Sabbagh dice que 'lograba ‘encarretarnos’ fácilmente, nos hipnotizaba'.

Tomás Romero, otro de sus estudiantes cervantinos, afirma que 'era de esos profesores que despiertan la imaginación y las ilusiones'.

El periodista Humberto Mendieta cuenta que Marín tenía una voz 'magnífica'. Gabriel García Márquez lo contrató para que le leyera todas las tardes a la poetisa Meira Delmar, que había perdido la vista, sus memorias ‘Vivir para contarla’. Comenta también que el poeta era fisiculturista.

El artista plástico Néstor Martínez recuerda que Marín siempre propugnaba por la creación, apreciaba a los artistas 'honestos', que trabajaran la imaginación y que tuvieran un estilo propio.

'No le gustaban aquellos que trabajaban con fórmulas, decía que estos pintaban muchos cuadros que eran el mismo'.

El escritor y curador Eduardo Márceles expresó que la pérdida de Marín 'es muy lamentable para todo el estamento cultural de la Costa Atlántica'.

'Hablar de Diego era hablar de arte, cultura y poesía, creo que ese tipo de expresiones lo definían como persona', manifiesta el periodista Carlos Polo, quien en 2011 escribió la crónica 'Me tocó bailar un vals con la muerte', que narra la recaída de la salud de Marín y las dificultades que tuvo para ser atendido.

'Él era como un renegado de la clase social influyente', añade Polo.

Mario Zapata, amigo del intelectual desde hace 40 años y compañero de estudios en la Universidad Metropolitana, dice que Marín siempre se preocupó por escribir sobre las problemáticas de la ciudad, 'de cómo había ido perdiendo su identidad'.

'El presente huele a pasado', así comienza Marín su columna 'La ciudad de todos los tiempos', una reflexión sobre una Barranquilla que 'agoniza'.

Lucero Martínez Kasab, su gran amiga, lo rememora como un hombre vital y comprometido con la sensibilidad humana. 'Siempre luchó para que leyéramos, desde los clásicos de la literatura hasta periódicos como EL HERALDO'.

El curador Gustavo García informa que el cuatro de noviembre, en la Universidad del Norte, la galería ARS Antiqua exhibirá una exposición del artista Hernán Díaz sobre el cuento de García Márquez 'El ahogado más hermoso del mundo'; fotografías análogas que ilustran el relato. De la muestra, Marín realizó dos textos: uno sobre el cuento y otro sobre la fotografía del reconocido fotógrafo.

La misa y cremación del escritor serán hoy, a partir de las 3:30 p.m., en la funeraria Los Olivos, sede Vía al Mar.