Bajo un cielo despejado comenzaron los acordes del acordeón de Richard Galliano para enseñar en Barranquilla un poco de la grandeza de la música francesa con su composición Spleen (1950). El clarinete de Gabriele Mirabassi, quien se movía al ritmo de las notas, completaba el show para ofrecer un dúo armónico en la concha acústica del parque Sagrado Corazón. Así iniciaba el cierre del XI Festival Internacional de Música, que por primera vez salió de la ciudad amurallada.
El tiempo, entonces, se trasladó a 1950 para presentar las composiciones del acordeonista francoitaliano, y otras piezas más. Fou rire, Viaggio y Tango pour Claude fueron algunas de ellas. Un jazz con tradiciones de ritmos franceses y tango conformaba el espectáculo aplaudido tras cada interpretación por un público diverso que llenó desde tempranas horas el lugar.
Richard Galliano es el más importante de los acordeonistas en la escena actual del jazz. Por más de 30 años ha profundizado en las raíces de la música popular parisina conocida como musette, mediante la incorporación de elementos del jazz, el tango y los sonidos contemporáneos como la electrónica.
Su innovación musical -como él mismo lo confesó en entrevista con EL HERALDO- llega con un consejo de Astor Piazzolla. 'Me dijo que no olvidara mis raíces'. Así nació la nueva musette. Y en honor a su gran influencia presentó en el concierto una versión de Libertango, de autoría del argentino.
Pero en el repertorio cupo de todo. De lo clásico la música se fundió a lo popular con vallenato. El escenario le abrió las puertas a Orangel 'Pangue' Maestre con la canción Mírame fijamente, de Tobías Enrique Pumarejo. Un dúo acordeonero inició con Galliano para evidenciar que la música no se limita a fronteras geográficas. Y la caja y la guacharaca la reemplazó Mirabassi con su clarinete 'bailador'.
Y pese a las fuertes brisas, el calor costeño que irradia este ritmo autóctono del Caribe contagió al francoitaliano que se animó, sin saberlo ni haberlo hecho nunca, a tocar vallenato. Una conversación entre acordeones se produjo entre Galliano y Maestre con La creciente del Cesar, de Rafael Escalona.
Llegaba entonces el turno para la suite francesa. En la segunda parte del concierto entró en escena el cuarteto colombiano de cuerdas Q-Arte, y junto a Galliano y Mirabassi presentaron La petite suite francaise. El programa continuó con Opale concerto y 2° y 3° movimientos. Para terminar con una ovación de un público de pie.
De esa forma, la ciudad fue testigo de música clásica francesa, a propósito del Año Colombia-Francia. El concierto fue posible gracias a una alianza público-privada conformada por Promigas, Gases del Caribe, Surtigas y la Secretaría de Cultura, Patrimonio y Turismo del Distrito. 'Gracias a la fundación Salvi por creer en Barraquilla, por hacer posible lo que se vive en toda gran ciudad', expresó Juan José Jaramillo, jefe de cartera, sobre la intención de traer bienestar social a través de la experiencia de vivir las artes en comunidad.