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El artista estadounidense James Rosenquist, quien jugó un decisivo papel en la emergencia del pop art con sus telas e instalaciones, falleció el viernes a los 83 años, según su sitio oficial.

Nacido el 29 de noviembre de 1933 en Dakota del Sur, inició su carrera pintando carteles publicitarios, y luego se estableció en un taller del sur de Manhattan y trabajó en sus propias creaciones.

'Mis afiches eran arte', explicó durante una entrevista con la radio pública WNYC en 2004, en la que hizo referencia a la dificultad de reproducir fielmente el rostro de los actores de cine en los carteles de las películas que él pintaba.

Esa primera experiencia lo puso en contacto con la estética publicitaria, influencia determinante del pop art.

También integró en sus primeras obras una serie de objetos de consumo corriente, otra tendencia fuerte del pop art.

Fue, principalmente junto a Roy Lichtenstein y Andy Warhol, uno de los fundadores de esa nueva corriente, inicialmente desprestigiada por los clasicistas pero que rápidamente se convirtió en importante en el mundo del arte.

Su cuadro más famoso, 'F-111' (1964-65), obra monumental de 3 m de alto por 26 m de largo, mezcla espaguetis, una pequeña niña con un casco y un champiñón atómico.

Esa tela, sin duda la más famosa, está actualmente expuesta en el Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York.

Directamente inspirada en la cartelería publicitaria, 'Be Beautiful' batió en 2014 un récord de venta del artista con 3,3 millones de dólares durante una subasta en Nueva York organizada por Sotheby's.

James Rosenquist se alejó luego progresivamente de la estética del consumo y se aventuró incluso en el arte abstracto, con un gusto siempre pronunciado por las telas de grandes dimensiones.