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El escritor Ramón Virgilio Bacca Linares, quien cambiara su segundo nombre por el sonoro Illán con el que es conocido, ha conseguido a sus 80 años escribir su propia historia. Como hiciera con su nombre, ha armado sus propias ficciones hasta crear esa figura bien barranquillera, aunque nacida en Santa Marta.

Si bien cumplirá años el domingo, EL HERALDO, casa editorial con la que Bacca ha participado hace años con su columna ‘Puntos de Bizca’, le rindió un homenaje para celebrar sus ocho décadas y rendir tributo a su legado intelectual. El director de esta casa editorial, Marco Schwartz, expresó que 'no hay que esperar a que la gente no esté para reunirse en su honor', dando inicio al conversatorio.

Asistieron a las instalaciones de este diario un grupo de amigos y colegas del agasajado, conformado por Zoila Sotomayor, Fabián Buelvas, Numas Armando Gil, Leopoldo Gómez, Ramón Bacca, Ariel Castillo, John Better, Sara Harb, Julio Olaciregui y Carlos Mesa. Los invitados además de celebrar la vida del escritor, compartieron anécdotas y hablaron sobre su obra.

Bacca, antes de que iniciara la charla, quiso leer un texto en el que reposaba 'la independencia que he tenido como escritor', según explicó.

El autor fue leyendo una a una las cosas de las cuales se ha liberado. 'Me he liberado del olvido', comenzó a decir e hizo referencia a sus años de infancia en Santa Marta. Seguido, explicó que en sus primeros pasos en la literatura, quiso 'liberarse de la fiebre del macondismo', haciendo referencia al ‘boom’ que se vivió en las letras Caribe después del premio Nobel de Gabriel García Márquez: el realismo mágico dominó la literatura.

Entre otras cosas, también expresó que renunció a la idea de vivir en Bogotá y se empeñó a escribir en 'la periferia', entendiendo las limitaciones y dificultades que eso acarrea. 'La fría estadística nos indica que desde el Cabo de la Vela hasta el Golfo de Urabá hay 20 librerías, incluso menos', señaló aclarando que el dato lo obtuvo años atrás.

Y agregó que la mayoría de sus libros han sido de editoriales pequeñas e independientes. 'Casi todas las publicaciones han sido una aventura', expresó.

Seguido, el crítico literario, investigador y docente Ariel Castillo, tomó la palabra y empezó por decir que 'Ramón estaba condenado a la literatura'. Mencionó que en el texto que se leyó previamente el escritor omitió un detalle sobre sí mismo: su generosidad con quienes quieren adentrarse al mundo de las letras.

Castillo además explicó que quizás una de las razones por las que la obra de Ramón no ha tenido el éxito esperado es que los lectores no se encuentran con un protagonista (héroe) con el cual identificarse porque tienen un elemento positivo, mientras que él muestra, por otro lado, una especie de 'humano deformado', en el que su miseria y fracasos son los protagonistas.

'Cuando uno lee a Ramón queda con el alma por el piso, aunque esto también es bueno porque lo libera a uno de trascendentalismos. Es difícil que un escritor así se pueda vender', adicionó y dijo que esto no tiene relación con la gran calidad literaria de la obra de Bacca.

Otro de los puntos que se destacaron durante el conversatorio sobre Bacca fue su humor. Algunas de las frases de sus textos que se comentaron fueron: 'Al marxismo, como a las escuelas de ballet, hay que llegar joven', 'la castidad, la más boba de las virtudes' y 'la vejez es la autocrítica de la naturaleza'.

Cada uno de los asistentes al encuentro compartió historias relacionadas con el homenajeado y coincidieron con las palabras del director de este diario: 'nos acostumbramos tanto a ver a Ramón, que nos olvidamos de la importancia que tiene para la región y el país'.