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Colombia en los 80. Un joven que se aventura a estudiar música en la fría Tunja, en medio de un país en llamas, calcinado por la violencia, el fortalecimiento de los grupos armados al margen de la ley y la invasión de varias tragedias cuyas heridas parecen que siguen abiertas.

En La escuela de música (Random House), la reciente novela de formación del escritor colombiano Pablo Montoya, su alter ego, Pedro Cadavid, nos interna en un universo musical en el que las sinfonías de Beethoven, el Canto general de Neruda, en la Cantata de Theodorakis y el Réquiem de Berlioz musicalizan a un país tan azotado por la masacre como 'incapaz de reconocer a los artistas'.

'Novelas que narren la violencia de Colombia hay muchas, incluso algunas donde la música participa, como en Que viva la música, de Andrés Caicedo, o en las obras de Gabriel García Márquez, donde hay una continua alusión a los vallenatos. No había una dedicada a la música y a su aprendizaje', cuenta Montoya. Y mucho menos a la música clásica, añade. 

Por eso, la prosa de Montoya no solo se lee, sino que se escucha. La novela cuenta las peripecias de Cadavid y sus amigos durante su formación como músicos. Un mundo donde, como se lee en la contraportada del libro, 'las ilusiones de una generación tropiezan con la desesperanza de un país en convulsión'.

'Es una novela extraña porque se cuenta el país no desde la perspectiva del periodismo, no desde la novela de crímenes, no desde la novela negra, ni desde la visión de jóvenes psicodélicos, sino desde el prisma de los artistas', explica el escritor, ganador del premio Rómulo Gallegos 2015 por Tríptico de la infamia, en donde la conquista y colonización de América es vista también desde la mirada de artistas.

Es que ese mundo es el que inquieta a Montoya, que además de estudiar música es graduado en Filosofía y Letras de la Universidad Santo Tomás en Bogotá. El también autor de La sed del ojo (2004), Lejos de Roma (2008)y Los derrotados (2012) deja entonces, bien incrustadas, las discusiones, consideraciones y descubrimientos que a lo largo de su carrera le han generado cuestionamientos, así como robado el aliento.

Fueron 30 años en los que la idea de escribir La escuela de música se paseó por la mente de Montoya, según revela. Por eso Pedro Cadavid tiene tanto de Montoya y por eso en lo que más se parecen será en el descubrimiento de una nueva vocación: la de ser escritor.

'Le di un poco de mi vida al protagonista. Sus orígenes son los míos y mi padre también fue asesinado. Algunas ideas y consideraciones sobre la música son las que he venido trabajando, pero claro, también hay mucho de invención.

Durante todos estos años había estado depurando. Algunos compañeros que estudiaron conmigo se han reconocido. Pero, por supuesto, se trata de una novela y no de la realidad', comenta Montoya. 

Su obra, reconoce, es un guiño a otras como La montaña mágica, del alemán Thomas Mann, o Las tribulaciones del estudiante Törless, del austriaco Robert Musil. 

'Es por todo una novela de formación. Del proceso de un grupo de jóvenes que descubren y estudian la música. Justo es ese mi as bajo la manga. Hay una ventana hacia la música clásica', finaliza Montoya.