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Cuando Jorge Luis Borges apenas comenzaba a publicar sus primeros cuentos, decía que 'en su corta experiencia' podía comprobar que saber cómo hablaba un personaje era 'saber quién es, descubrir una entonación, una voz, una sintaxis peculiar', e incluso un 'destino'.

Esa reflexión borgiana fue tachada de 'indiscutible' en el conversatorio sobre investigación y construcción de personajes para las historias de ficción que sostuvieron el narrador y ensayista mexicano Gonzalo Celorio, el escritor y columnista Alonso Sánchez Baute y el investigador Ariel Castillo durante el Premio y Festival Gabo que se celebra por estos días en Medellín.

Pero esa 'voz' de los personajes, según Celorio, resulta aún 'muy intimidante' para los narradores, especialmente para los más 'prestigiosos'.

'Muchos no quieren que sus personajes hablen porque cuando hablen con la naturalidad, frescura, espontaneidad e incorrección de la lengua oral, van a ir en detrimento del prestigio del escritor', advirtió Celorio, autor de novelas como Tres lindas cubanas (2006) y Amor propio (1991).

Recordó entonces el caso del uruguayo Horacio Quiroga y su cuento El hombre muerto, que narra puntillosamente la muerte a machete de un personaje a quien nunca hace hablar en primera persona, al considerar que 'el narrador es de corte y empaque modernista', mientras este hombre es 'un guajiro'.

O lo que le sucede a Alejo Carpentier, de quien se dice que 'le tiene horror a los diálogos porque es tan sofisticado, verboso, exquisito, tan lleno de palabras, que la única novela en donde pone a hablar a sus personajes, estos hablan como si se tratara de un diálogo con Platón, con una sintaxis perfecta', comentó Celorio.

El diálogo, que fue moderado por Castillo, puso sobre la mesa de discusión distintas citas de grandes narradores, al tiempo que evocó la 'luminosidad' con la que Gabriel García Márquez supo retratar a los personajes que inmortalizó en sus obras.

'Gabo podía revelar matices positivos en personajes muy negativos. Un alcalde de pueblo era un alcalde de pueblo con dolor de muela', dijo Castillo.

De las tripas

Para Sánchez Baute es cierto que los personajes de las grandes historias salen del alma, como ha dicho Ernesto Sábato, 'pero también de las tripas', añadió.

'Salen de las tripas y ensangrentados', dijo Sánchez Baute, quien explicó cómo los personajes, sean principales o secundarios, son engendrados desde las entrañas de los escritores y resultan ser versiones o álter egos de ellos mismos.

'Al diablo con la maldita primavera es todo el conflicto que me tenía atrapado en este entonces, el dolor que me arrastraba y la herida abierta que no terminaba de entender. Eso se lo entregué al personaje de Edwin, sus conflictos son mis conflictos', explicó.

Por eso, Celorio consideró que 'la novela no resuelve nada', en el sentido que 'no es capaz' de solucionar los conflictos que sufre o que le interesan al narrador.

'Lo que hace el narrador es que saca ese conflicto de su pecho y se lo pone en el pecho al lector', expresó.