El amor es mutante. Tanto, que la metamorfosis de las relaciones resulta intrínseca al amor mismo, por lo que todo va transformándose al ritmo de un factor determinante: el tiempo. Esa idea es el argumento que atraviesa ¿Cómo te llamas?, la ópera prima de Ruth Caudeli, una película que se preocupa por los cambios inexorables del amor, un proceso 'a veces doloroso, siempre humano'.
Aquí, Eva y Candela, interpretadas por las colombianas Silvia Varón y Alejandra Lara, protagonizan una historia que se cuenta desde la cotidianidad. Un sueño en común las une y juntas crean una relación apasionante, llena de amor y fuerza. El filme, a diferencia de otras películas sobre el amor, no se detiene en los primeros besos, ni en las primeras fases de la relación, sino que escarba en su propia descomposición.
'Hay mucho amor en la película, pero de lo que realmente trata es de cómo el amor se transforma. Muchas veces nos cuentan las historias de amor como esa parte linda y débil del enamoramiento, pero se nos olvida un factor clave y es el tiempo. El tiempo cambia cualquier relación y en este caso comienza a desgastarlo. Aquí el tiempo pasa factura', cuenta Caudeli, cineasta española que llegó a Colombia hace unos cuatro años y medio.
El filme, que fue rodado en más de 20 locaciones en Bogotá, se proyecta durante esta semana en las salas de cine de la Cinemateca del Caribe. Antes ha sido seleccionada por diferentes festivales como parte de su competencia o para tener su estreno en dichos países, entre esos el Festival de Cine Lgbti más grande del mundo, el Outfest en Los Ángeles, donde tuvo lugar su estreno mundial.
Amor igual
Para Caudeli, una relación entre parejas del mismo sexo es exactamente igual a una de sexos diferentes. Por eso, explica, el tratamiento a ese vínculo entre Eva y Candela es 'abordado con total normalidad'.
'Es una relación entre dos mujeres como perfectamente pudo ser entre mujer y hombre u hombre y hombre. Es de dos humanos, en últimas', precisa Caudeli.
Es así como ¿Cómo te llamas? pretende ofrecer una visión del amor que trasciende las categorías sugeridas por una religión, sociedad o secta, y busca visibilizar esa naturalidad con que llega al mundo.
La verosimilitud de la relación entre ambas, de hecho, es una de las principales obsesiones del filme, a tal punto que muchas de las escenas fueron rodadas y preparadas entre salidas con grupos de personas que realmente creían que las dos protagonistas eran pareja y no actrices.
'Lo más importante, lo que me planteé desde el primer momento, fue que se sintiese una relación real, que cuando viésemos la película sintiesen que era verdadero, que eso lo hemos pasado con nuestras parejas. A partir de ahí construimos todo', asegura la directora.