Cuando Tomás González, una de las plumas más sólidas de las letras en Colombia se dispuso a escribir las primeras palabras del XIII Carnaval Internacional de las Artes, recurrió a escuchar su colección de vallenatos y notó entonces que respaldaban lo que pensaba y decía. Que el mundo es 'creado por los humanos de arriba abajo'.
Pero Tomás se refiere al mundo que se ha imaginado. Porque el mundo nuestro, para él, está solo hecho de lo que imaginamos.
'Desde que nacemos somos artistas en el sentido literal de la palabra, pues le damos forma a aquel sustrato amorfo que llamamos Realidad, Mundo, Dios, Tao. Ello, Algo. En el instante de ver, creamos lo que vemos'.
Tomás comienza a leer el discurso inaugural que escribió para la única fiesta en al ciudad que propone la reflexión como espectáculo y lo hace bajo una luna barranquillera, sobre un telón negro y con un tono pausado.
El público del Parque Cultural del Caribe lo escucha atentamente y recibe en sus manos el texto titulado ‘Importancia de la Imaginación en este Mundo Historial’.
Para el autor de Primero está el mar, considerada por muchos una de las mejores novelas después de Cien años de Soledad, la imaginación es lo que da forma a aquello que no tiene forma.
Una idea que quienes lo escuchan califican de 'preciosa' y 'nunca obvia'. Porque cada especie tiene su mundo: los tigres, los monos, los caimanes. Y cada mundo resulta distinto.
'Pero los humanos aprendimos, además, a servirnos de muchos medios físicos para plasmar las imágenes de nuestra imaginación: pigmentos, arcilla, mármol, sonidos, palabras... Incluso hielo. Esculturas de hielo. Castillos de hielo. Incluso arena. Mujeres de arena, bustonas, tendidas en la playa. Formas que llegan a la imaginación de los escultores aún niños que trabajarán con arena o hielo y plasmarán sus imágenes sobre las arenas futuras de las playas y al pie de los futuros árboles sin hojas de los parques invernales'.
Y estos sostenes visuales, explica Tomás, suelen permanecer más tiempo con vida que los mismos humanos. Y por eso Leonardo da Vinci y Lao Tse están vivos. Y por eso sus obras calan hondo en la historia e influyen profundamente a otros humanos.
'Esa es la esencia de toda metáfora. Las ballenas se volvían aceite y ardían en las lámparas. El petróleo se vuelve suéteres, plásticos, la gente se vuelve humo', dice Tomás.
Habla del Carnaval y se atreve a repetir una frase que reconoce como el lugar común de los lugares comunes: la vida es un Carnaval.
En ese instante el público le aplaude.
Entre los espectadores, cabe decirlo, están otros de los grandes invitados al Carnaval Internacional de las Artes. Está la escritora mexicana Laura Esquivel, autora de Como agua para chocolate y el crítico musical argentino Diego Fischerman, que también lo aplauden.
Antes de finalizar, cita a Juan Manuel Polo Cervantes y lanza a las cientos de personas que lo acompañan una pregunta: ¿Y qué más carnavalesco puede haber, que más eufórico y místico que el hecho de que una misma partícula exista en dos lugares al mismo tiempo?
Aplausos. Y con esas primeras palabras, la fiesta. Una velada que contó con la gracia y la danza de la reina del Carnaval Carolina Segebre, el compositor y cómico Matteo Galbusera, la cantadora bolivarense Martina Camargo y el único arpista del jazz en Colombia, Edmar Castañeda. Así que todos, como los vallenatos de Tomas, respaldan lo que dice: 'la vida es Carnaval'.