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Sobre el lienzo rosa y violeta del Museo de Arte Moderno de Barranquilla se posan los grabados surrealistas de Francisco de Goya (1746– 1828) y las pinceladas indescifrables de Salvador Dalí (1904– 1989). Están allí, volando como vuelan los papeles en el tiempo, título de una exposición que nos recuerda la fragilidad del primero y la cicatriz que sabe dejar el segundo.

A partir de las 6 p.m. de hoy, el Mamb abre las puertas de un recorrido entre temporalidades y materia, en las que se evidencia el juego del tiempo y papel a través de las cronologías en la historia del arte.

La travesía es emprendida a partir del conceptualismo efímero de Daniel Spoerri en la segunda mitad del siglo XX, del modernismo temprano de Ignacio Gómez Jaramillo y los bocetos inéditos sobre el proyecto de escultura Cóndor de Alejandro Obregón.

Son en total 59 piezas en las que el papel funciona como documento de la misma obra, entendiendo que la mutación del mismo provoca mutaciones en la obra.

Los grabados populares creados por Álvaro Barrios en la década de los setentas y que fueron replicados en las páginas de los periódicos de la época para que las personas tuvieran más acceso al arte, han sufrido las consecuencias del tiempo: manchas, decoloración, deterioro del material. Del mismo modo, las obras de Dalí, Goya, Obregón no lucen igual. Tampoco tienen en mismo valor.

'Ese es el juego. Del papel dignificándolo como materia, un espacio al que le damos reverencia en el arte, al igual que el tiempo', explica el curador de arte Elías Doria.

De la exposición ‘Papeles en el tiempo’ hacen parte también las intervenciones urbanas del antioqueño Adolfo Bernal, que empapeló a Medellín en los años 70 y 80 con carteles cuyos mensajes eran aparentemente inconexos, pero que tiempo después siguen evocando una diversidad de imaginarios en la sociedad. O el ‘Sementerio’ de Wilson Díaz, cuya obra fue creada a partir del semen de distintos hombres, disperso en el papel. O Miss Fotojapon, el collage de Juan Pablo Echeverri, que desde el año 2000 se ha tomado una foto cada día.

En todo caso, dice Doria, 'el tiempo y el papel parecen ser entidades indisolubles en la producción artística'.