Las autoridades de la región española de Navarra restauraron una escultura de San Jorge del siglo XVI, desfigurada por unos vecinos en el último capítulo de toda una serie de chapuzas sobre el patrimonio histórico.
La pieza es una escultura tallada en el siglo XVI y con policromías del XVIII, que se encontraba en la parroquia de San Miguel, en el pueblo navarro de Estella.
Representa al santo a caballo abatiendo al dragón, y el año pasado fue ‘restaurada’ por unos vecinos aficionados a las manualidades. Estos le añadieron yeso y acrílico hasta convertir la talla en una auténtica parodia, con el rostro del santo más parecida a una figura de cómic, y el caballo pintado de azul chillón.
La chapuza fue conocida de las autoridades locales el verano del año pasado, y se saldó con sendas multas de 6.010 euros a la parroquia y a la empresa de manualidades que efectuó la ‘restauración’.
Ahora, después de tres meses de trabajo en un laboratorio oficial en Pamplona, el San Jorge ha recuperado su dignidad, con un costo de más de 30.000 euros, sufragados por la parroquia, según el gobierno regional navarro.
Sin embargo, la actuación de los vecinos ha dejado daños, ya que de la policromía que conservaba la talla, se ha perdido el 45%, indicó a AFP este lunes Fernando Carrera, portavoz de la Asociación de Conservadores Restauradores de España (ACRE).
El caso recuerda mucho al Ecce Homo del pueblo de Borja, un fresco restaurado en 2012 por una vecina octogenaria que se convirtió en hazmerreír mundial al dejar al Cristo convertido en un simio.
A este caso se añadió el ocurrido el pasado año en el pequeño pueblo de Rañadoiro (Asturias, norte), donde unas tallas religiosas del siglo XV fueron ‘restauradas’ con unos esperpénticos colores brillantes.
Carrera comentó que lo ocurrido en Estella 'es la punta del iceberg de tantos otros casos que no saltan a la prensa. Esto es permanente, todos los días del año'.
Según él, 'hay un problema en la gestión del patrimonio histórico español', por el incumplimiento de la normativa, que no especifica claramente 'quién tiene que intervenir' a la hora de restaurar obras de arte.