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Cuando era niña, Ana Cristina Herreros visitaba en la árida provincia de León (España) la casa de una señora con una enorme verruga negra en la nariz, una sola ceja que le serpenteaba por la frente, una barbilla puntiaguda, dedos largos y manos tan frías y ásperas como la piel de un lagarto. 'Parecía una bruja', recuerda Herreros mientras describe a su abuela Aurora, que era gallega y analfabeta, dos cosas muy mal vistas en aquel entonces.

Herreros cuenta que pasaba horas intentando que ella le compartiera alguna historia, pero si algo sabía hacer su abuela Aurora era permanecer en silencio. Así que de ella, su nieta aprendió eso: disfrutar el silencio. Y de ahí también su afición por romperlo. 

'Me tocó aprender a leer para saber de los cuentos que mi abuela no me contaba (...) Era como una necesidad por encontrar esas historias que me fueron negadas', dice Herreros, ahora más conocida como Ana Griott. 

Con ‘griott’, la filóloga, editora y narradora oral escénica española rinde un homenaje al narrador tradicional de África Occidental, a donde ella misma ha llevado su embrujo de palabras, sus historias que dan voz a los que no tienen voz. Esa palabra, ‘griott’, designa a los cuenteros africanos que narran los relatos de los que ya no están. 

Eso es lo que hace Griott. Su abuela Aurora había crecido en un mundo 'que tenía consignado no destacarse' y en el que 'las mujeres eran enseñadas a callar', algo que la impulsó a apropiarse y contar las historias que Aurora no pudo contarle.

'Yo desde niña desbordaba mucha imaginación', recuerda Griott, quien escribió su primer cuento a los siete años. Se titulaba 'La gaseosa envenenada', un texto que de pequeña ilustró, grapó y encuadernó. 

Desde entonces– recuerda– Griott no ha dejado de recopilar cuentos, de alimentar los relatos de su pueblo y de tejer sus propias historias. A los 15 años escapaba de casa, dormía con mendigos y luego en un reformatorio. A los 17 se mudaba con su novio. A los 18 se casaba, a los 19 tenía una hija y a los 21 se separaba de su esposo. A esa misma edad comenzó sus estudios en la facultad de Filosofía y Letras, Filología: Lengua y literatura española e hispanoamericana.

'Cuento cuentos'

Uno de los episodios que marcó a Griott para siempre ocurrió en Madrid, durante una visita a una amiga diagnosticada con Sida. Llegó a su casa y vio a ‘Monse’, su amiga, tumbada en un sofá. Se le habían caído los dientes y no tenía cabello. 'Se estaba muriendo', recuerda Griott.

'Ella me preguntó qué estaba haciendo y contarle que estaba cursando una tesis doctoral sobre neopopulismo en la lírica del siglo XX me parecía un rollo, así que le dije 'cuento cuentos' y me pidió que le contara uno. Empecé a hacerlo abrazada a ella y vi cómo se reía con esa boca sin dientes, el rubor le subió a las mejillas y le empezaron a chispiar los ojos. Se rió a carcajadas y al final me dijo 'qué cosa tan bonita e importante haces'. ‘Monse’ murió una semana después y pensé que si para ella eso era tan importante, entonces debía seguir haciéndolo'. 

Rescatar la tradición

Griott es la autora de un compendio de relatos sobre brujas y monstruos –ha publicado siete libros, entre esos La asombrosa y verdadera historia de un ratón llamado Pérez y Cuentos populares del Mediterráneo– y sus cuentos han sido escuchados en teatros, cafés, cárceles, escuelas o parques públicos en España y distintos países de Latinoamérica.

Ha sido, durante 25 años, la editora de Ediciones Siruela y es la creadora de Libros de las Malas Compañías, una editorial independiente que rescata las historias perdidas de pequeñas comunidades. Eso hizo en Usai, una comuna de la Baja Casamance en Senegal, donde recopiló más de 200 cuentos, muchos de ellos contados por abuelos.

'Me fui a Senegal a construir una biblioteca en una zona donde hay minas antipersonas. Llevé libros en francés y luego caí en cuenta de que en África hay más de 2000 lenguas y casi ninguna se escribe. Entonces vendí esos libros y me fui a escuchar a los abuelos e hice un listado con esos abuelos que cuentan cuentos. En la biblioteca prestábamos a los abuelos para que los niños los escucharan', cuenta Griott.

De ahí nació El dragón que se comió el sol: y otros cuentos de la Baja Casamance, un libro de relatos de los que se narran a la luz de la hoguera, editados e ilustrados con las imágenes que han creado los niños de Senegal. 

En el Caribe

Griott, ganadora del diploma de honor de la Fundación Dieta Mediterránea que compartió en el año 2012 con la ex primera dama de los Estados Unidos Michelle Obama, es una de las invitadas internacionales del Festival Internacional de Cuenteros El Caribe Cuenta, que se celebra desde este lunes y hasta el 1 de septiembre en Barranquilla. 

La narradora oral española se presentará en la Sala Luneta 50, ubicada en la carrera 63#58-44, este martes a partir de las 7:30 p.m. y el próximo domingo, desde la misma hora, en la gala de cierre que tendrá como escenario el Centro de Convenciones Cajacopi Prado, donde también se escucharán las historias del Grupo Tonada, Mathiu Ruz y La Muchacha.

Será, entonces, una fiesta de las palabras en las que los que narran y danzan al ritmo de ellas, cuentan historias por los que no cuentan. 

Los cuenteros

Para la celebración de la vigésima segunda edición de El Caribe Cuenta fueron convocados 23 narradores orales. De este grupo 13 son profesionales de gran trayectoria, trotamundos de las palabras, que han recorrido escenarios de África, Europa y América Latina.

Programación

Este lunes, en Sala Luneta
A partir de 7:30 pm

Teresita Vásquez (Medellín)

Carlos Julio Peña (Corozal)

Francisco Pacheco (Chinú)

Este martes
A partir de 7:30 p.m
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Flora Ovalles (Venezuela)

Ana Griot (España)