'Barranquilla sabe tumbar... y sobre el patrimonio martillar', se lee a la entrada de La Joyería, una nueva exposición que recoge los pedazos de una ciudad que, como buena parte de sus ‘joyas’ arquitectónicas, ha sido permanentemente demolida.
Desde el pasado miércoles y hasta el 30 de octubre, el colectivo #todomono y el Museo Mapuka de la Universidad del Norte exhiben los restos de nueve obras que solo existen en las fotos de archivo, memorias de una Barranquilla que fue y no podrá volver a ser.
La muestra hace un recorrido nostálgico por los fragmentos del antiguo Coliseo Humberto Perea (1961–2016), implosionado con 50 kilos de explosivos para convertirse en el Palacio de Combates Sugar Baby Rojas; el Parque Elbers (1999–2015), eliminado tras la ampliación de la carrera 50 y el Colegio San José (1964–2009), reemplazado por un centro comercial y un complejo multifamiliar.
La exposición también recoge los escombros de los toboganes y tronquitos del viejo Parque Surisalcedo (1945–2012), la casa Nube Blanca (1888–2016) que fue sede de las verbenas ‘Mama Cumbia’; la Casa Modernista (1950–2012), demolida para dar paso a un nuevo edificio; la abandonada Casa del Periodista, el Muelle de Puerto Colombia (1888–2009) y los billares El Lobo (1910–2012), un inmueble de estilo republicano derrumbado para ser la sede de un motel. Todos estos pedazos recopilados por el colectivo #todomono que organiza, en el Mes del Patrimonio, el Festival No conocí el Palma que se celebra por estos días.
'Esta muestra es un homenaje a algunas de las casas y edificios derrumbados presentando lo que queda de ellos. Esos pedazos de cemento son testimonio de unas de las tantas obras que Barranquilla ha ido demoliendo', comentó Juan Guillermo Martín, director del Museo Mapuka.
La Joyería fue abierta con toda la añoranza del caso, pues la apertura estuvo marcada por el conversatorio titulado ‘¿Cuándo lo construyeron? ¿Por qué lo destruyeron?’, dictado por el director del Archivo Histórico del Atlántico, Juan Pablo Mestre.
Durante la charla, Mestre hizo un recorrido por obras emblemáticas de la ciudad que fueron 'extinguidas' en nombre del progreso, como el edificio Palma, 'demolido para la ampliación del Paseo Bolívar en julio de 1955, un proyecto que nunca se llevó a cabo'.
'Tras el abandono del lote, en 1961 se diseña la nueva sede de la Caja de Credito Agrario. En aras de esta sensación generalizada de progreso la ciudad vio caer edificios como el Hotel Astoria, en la carrera 43 con Murillo. Y así, varias edificaciones, admiradas por su belleza arquitectónica y que hoy engalanarían nuestro patrimonio han sido demolidas, como la Mansión de Mares en el Prado, el antiguo Teatro Municipal Emiliano en la Plaza de la Cruz Vieja y la Casa de Bartolomé Molinares en la esquina del Paseo Bolívar con Callejón Progreso', precisó Mestre. De esos, hasta ahora, no se conocen pedazos.