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Un recorrido por salones clásicos de jazz, suburbios afroamericanos del siglo XX y clubes de influencias brasileñas y cubanas trasladó a amantes del jazz a diferentes épocas de la historia de este género musical que se sitúa en la cima de las músicas del mundo.

En la Plaza de la Paz, ese ritmo que por su riqueza y versatilidad llegó a todos los rincones del planeta cerró con broche de oro un homenaje hecho en su honor: la XXIII edición de Barranquijazz.

Al caer la noche, en este espacio de la ciudad, tuvo su punto final el evento cultural que contó con una nómina de 117 músicos provenientes de Italia, Brasil, Francia, Cuba, Burkina Fasso, Cuba, Puerto Rico, Estados Unidos, República Dominicana, Suiza, Mali y Colombia.

El cierre de Barranquijazz, que reúne a importantes músicos y jazzistas de la escena mundial, tuvo como todos los años, un lugar especial para su género aliado, un coequipero que se alimenta de sabor y tumbao: la salsa.

Los encargados de abrir la tarima fueron los 21 músicos de la Atlántico Big Band en cabeza de su director Guillermo Carbó.

Saxofones, trompetas, clarinetes, piano de cola, contrabajo, timbales y batería iniciaron un viaje de una hora inninterrumpida por un extenso y variado repertorio de clásicos del jazz y fusiones latinas de gigantes de la música como Tito Puente o Paquito D’ Rivera, este último participante de esta edición de Barranquijazz.

Desde las 6:00 de la tarde, Atlántico Big Band subió el telón con cerca de 14 temas de la autoría de diversos artistas hasta culminar con la interpretación de poderosas voces femeninas de la banda como la de Keren Vargas, Eunice Echavarría y Olga Castro.

La orquesta fue despedida en medio de efusivos aplausos y con una ovación de pie que puso de manifiesto el respeto del público hacia los artistas y el agradecimiento de los asistentes por una noche de talento y música.