'Para contar una historia hay que hacer parte de ella', decía la escritora Marina Colasanti al dar inicio al Foro Lector de Libraq, instalado por el secretario de Cultura Distrital, Juan José Jaramillo y la directora de Libraq, Alexandra Vives Guerra.
Para ella, la transmisión lectora se hace por contaminación amorosa, pues antes de la literatura y del texto escrito, una historia nace de la voz. Esa voz que se escucha en la cabeza por el latido de la sangre.
Lo anterior es para Colasanti la oralidad, o como ella lo define,la literatura oral.
En el Salón Gabriel García Márquez de Puerta de Oro, en el marco del segundo día de la Feria del Libro de Barranquilla Libraq, la autora reflexionó sobre el valor de los cuentos, de esa tradición oral que se traspasa de generación en generación y le sirve de alimento a las culturas.
'Los cuentos son camaleones que se mimetizan con las generaciones. Esos grandes relatos han ido cambiando a través del tiempo', contaba al narrar brevemente la historia original de ‘Los Tres Cerditos’.
'Los cuentos, ahora, hacen parte de lo políticamente correcto, del final feliz. El final feliz es un artificio porque la vida tiene solo una puerta de salida y no es dichosa. El punto final no existe porque la vida es un continuo. Muchas de mis historias no tienen un final feliz, algunas ni siquiera un final'.
La abuela de Colasanti le explicaba que cuando se usaban las faldas muy largas, las mujeres llevaban en sus carteras un estuche de costura de emergencia para que cuando la falda se rompiera pudiera correr detrás de una puerta para arreglarla. Un día, cuando 'se usaban las faldas más cortas' su abuela le regalo uno de esos estuches, símbolo de un vínculo entre dos generaciones diferentes que se unían a través de una historia.
'Con ese estuche me imaginaba a mi joven abuela corriendo detrás de una puerta para reparar el desastre(...) Las historias se reducen, las fotos y los cuentos ahora están en el celular', advertía al dar su versión de lo que era la oralidad. 'Que los contadores de historias hagan valer su voz'.