La Filarmónica Joven de Colombia ha querido plantarse en el mapa musical de su tierra para volver a sus ‘raíces’, una travesía sonora que implica– sobre todo para los músicos jóvenes– una parada obligatoria por las sinfonías de un compositor dueño de una obra tan sólida como el colombiano Luis Antonio Escobar.
La Joven regresó este miércoles a Barranquilla después de compartir programación con las mejores orquestas de música sinfónica en el mundo para presentar su gira ‘Raíces Talento de Nuestra Tierra’, un concierto gratuito que se celebró en el Salón Lluvia de Oro del Hotel Dann Carlton y que tuvo como punto de partida la pequeña sinfonía nº 3 para cuerdas de Escobar.
Bajo la dirección del colombiano Adrián Chamorro, los 53 músicos –de los 100– de La Joven evocaron los ritmos andinos que aborda Escobar en su sinfonía, un formato orquestado por la variedad de figuras que apelan a la música tradicional colombiana.
'Para nosotros es muy importante que los músicos colombianos, en especial estas generaciones de jóvenes prometedores, se apropien del repertorio nuestro y lo interpreten con esa pasión y madurez que les permite su edad', expresó Carlos Buitrago, director artístico de la Filarmónica Joven de Colombia.
Se trató entonces de un discurso musical que abrió la puerta a un repertorio cada vez más exigente. Uno que incluyó la interpretación de obras de Joseph Haydn y Mozart, dos grandes referentes de Escobar –y de la historia–.
Así las cosas, el recorrido de La Joven continuó por el concierto para violonchelo nº 2 de Haydn, uno de los más famosos, interpretados y complejos, sobre todo para el solista.
'El objetivo es hacer un discurso sonoro que se parezca lo más posible al discurso hablado. Uno no habla como una máquina exactamente igual, sino que uno tiene inflexiones que también hay que lograr con el instrumento y eso es muy difícil en los de cuerda: hay que cuidar el movimiento y la profundidad del arco. Hay mil posibilidades y mientras uno las aprende hay que asimilar, repetir, entender, sentir, pensar. Muchas cosas al tiempo', explicó el director, Adrián Chamorro, quien también elogió la capacidad de comprensión de los músicos de La Joven, cuya edad ronda entre los 16 y 24 años.
Un Mozart para cerrar. La última sinfonía que compuso Mozart antes de morir fue también la última de un concierto que exploró lo profundo del amor por el contrapunto a través de la nº 41 de Mozart, que contiene cinco temas y que los músicos de La Joven supieron cómo hacerlos evidentes ante un público que, conmovido, les respondió con aplausos.
Esto es, el discurso sonoro clavado en el corazón de los asistentes, algo que solo se logra con una poderosa expresión musical. 'Es el músico dando todo de sí, toda su alma', defiende Chamorro.