El sonido del tambor que acelera al compás de una contorsión corporal frenética da origen a una danza que se mueve como su río.
El mapalé, un baile afrocolombiano que imita el movimiento de los peces al salir del agua es un canto —y baile—a la labor de los pescadores que habitaban en sus quilombos o pueblos libres.
En las riberas del Magdalena también se concentraron los negros cimarrones, que a orillas del Dique entre el Atlántico y Bolívar, se burlaron de los pesares de la esclavitud con tambora, alegre y llamador. También, rodeada de agua dulce y salada nace la cumbia. Un ritmo triétnico que recorre la arteria fluvial desde el Caribe, sus pueblos ribereños, los Montes de María y la región de la depresión Momposina.
El río baña los orígenes de las danzas del Congo y del Garabato, baña los ritos ancestrales del bullerengue y las músicas de tamboras y bailes cantados.
Esta noche, el Parque Cultural del Caribe celebra las manifestaciones que se gestaron alrededor de la fuente de vida de esta región. Un motor ambiental, económico e indiscutiblemente folclórico de las poblaciones anfibias que echaron raíces en sus orillas. Ellos, la gente del Caribe, vive de su río, pero su río también vive en ellos.
Noche del río
La herencia ancestral de los pueblos ribereños llega a la tarima de la Plaza Mario Santo Domingo cumpliendo esta noche quince años ininterrumpidos en la Noche del Río.
A las 6:30 p.m., se iniciará el evento en el que participarán ocho agrupaciones portadoras de tradición. Delcy Gil, Grupo de Tambora de Altos del Rosario, Martina Camargo, Ceferina Banquez, Juventud Alegre de San Juan de Urabá, Gumercindo Palencia y Gaiteros de Pueblo Santo llevarán sus sonoridades a este espacio para exaltar la importancia de un legado transmitido de generación en generación, que se formó en sus vertientes y que define el punto de partida de lo que es hoy el Carnaval de Barranquilla.
En el evento participará también la agrupación barranquillera Colectro que fusiona los ritmos nativos del Caribe con las músicas del mundo.
