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Una imagen que Rodrigo García Barcha recuerda mucho de su infancia es la de su padre en la Calle Fuegos de Ciudad de México trabajando en guiones cinematográficos en compañía de amigos cineastas en los años 60.

Su padre, el escritor Gabriel García Márquez, escribió crítica de cine para la prensa entre los 21 y 24 años, asistió en los años 50 al Centro Experimental de Roma, y por la misma época hizo un plan presupuestal para una escuela de cine en Barranquilla. Ese amor por el cine fue una de las motivaciones que lo llevó a vivir a México, 'donde había una industria cinematográfica muy activa en los 60’s', como dijo García Barcha en la charla 'Gabo y el Cine' moderada por el cineasta Alberto García Ferrer y organizada por la Fundación Gabo en el marco del Festival Gabo 2020.

Con su participación en películas, el Nobel buscó la manera de hacer lo que, más allá de los formatos, era lo que más le apasionaba: contar historias. 'El cine y la literatura en Gabo son dos caras de una misma moneda. Es difícil saber dónde empieza su amor por el cine y la literatura, dónde empieza uno y acaba el otro, pues para él finalmente lo importante era contar un cuento.'

En la charla, el cineasta nacido en México hace 60 años, dijo que su padre era 'muy poco snob' y no tenía prejuicios al momento de acercarse a una historia o composición que le llamaba la atención. 'Era fan del Ulises de Joyce, pero también de las canciones que cantaba Rocío Jurado escritas por Manuel Alejandro, el compositor español. Inclusive me dijo que tenía muchos celos de algunos cantautores, Serrat, Sabina, Pablo Milanés, Silvio [Rodríguez], porque lograban contar cosas compactas con tanta poesía. Todo lo de Gabo fluye y confluye. En cuanto a las historias nada humano era ajeno a él, como dicen'.

En la conversación en línea también se habló de que cómo la frustración del escritor con el cine lo llevó en parte a escribir libros que él pensaba que pudieron haber sido buenas películas. 'Sus libros tienen cosas muy visuales, tienen imágenes y no solo mundos interiores. Cien años de soledad es quizá la novela de un director frustrado', dijo García Barcha, director de películas como El secreto de Albert Nobbs (2011) o Los últimos días en el desierto (2015).

En México, García Márquez, entre sus múltiples proyectos, se dedicó a escribir para cine. Uno de ellos fue la película El año de la peste, de Felipe Cazals, en la que el escritor colaboró en el guión. La cinta está basada en uno de las influencias periodísticas más importantes para García Márquez: Diario del año de la peste, de Daniel Dafoe.

Al respecto, Rodrigo contó que su padre quería 'contar una historia sobre una gran plaga en una ciudad moderna'. En la película, 'la relación del poder, el gobierno y las autoridades y la negación de la realidad sigue siendo tristemente vigente', añadió en referencia a la actual pandemia.