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Al artista Alfonso Suárez Ciodaro, considerado por la crítica como pionero del performance en el arte colombiano, le gustaba silbar. Era frecuente que mandara audios a sus amigos a través de Whatsapp con uno de sus ‘soplos divinos’, como tituló a una de sus acciones en las que el cuerpo era la forma y el fondo de la obra. También podía hacerlo —soplar divinamente— en un funeral, en una acción que lo comprometía a él por completo: la vestimenta, los movimientos, la puesta en escena, la elección del momento, la gestualidad.

Y es que en Suárez todo arte era del cuerpo. De hecho, decir 'cuerpo' como si se tratara de una parte adicional o una extensión de otra cosa, es inexacto, ya que él abordaba lo corpóreo sin desligarlo nunca del entorno o de su propia piel. Como dijo en una entrevista sobre Visitas y apariciones, uno de sus trabajos más recordados: 'Soy un performance constante. Soy arte ‘vivo’ y mi arte se nutre del asombro, del hecho insólito, de lo imprevisto. En mí el arte es un hecho que no existe sin el espectador, como tampoco es posible sin la reflexión y el encuentro conmigo mismo'.

Después de aparecer, desaparecer y reaparecer desde los 80’s encarnando a diversos personajes que eran él mismo, Suárez murió la noche del pasado 29 de octubre —cuatro días después de su cumpleaños 71—, como consecuencia de un cáncer que en diciembre de 2019 empezó a hacer metástasis. Esto no le impidió asistir en febrero al Carnaval como miembro estelar de la comparsa Disfrázate como quieras, de la que hizo parte desde sus inicios en 1982.

Ya en 2014 había logrado recuperarse de una primera fase del cáncer. Por entonces, para representar su proceso de curación, volvió a traer a su personaje más conocido, José Gregorio Hernández —inspirado en el venerado médico venezolano que vivió entre 1864 y 1919—, con el que reapareció proyectando imágenes de la cistoscopia que le realizaron en el tratamiento, en una nueva puesta en escena de Visitas y apariciones. El mismo performance fue presentado en 2017 en Espacio El Dorado de Bogotá, que en su anexo lo nombró 'un hito en la historia del arte' del país.

Por su obra, Suárez Ciodaro obtuvo primeros premios en el VI Salón Regional de Artistas (1993), en el XXXV Salón Nacional de Artistas (1994), en el VII Salón Regional (1995) y en el VIII Salón Regional (1997), así como una mención de honor en el XXX Salón Anual de Artistas Colombianos, en el Museo Nacional. En su fecunda trayectoria creó obras que eran instalaciones de performances como Hombre de dolores, 100% frágil, Fantasmata, Cuerpo virtuoso desconcierto, entre otras.