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La palabra vacuna, que por estos días suena con fuerza en los medios de comunicación y en los deseos de gran parte de la humanidad, proviene del latín vacca, en homenaje al médico Edward Jenner, responsable de inocular por primera vez en 1796 el virus de la viruela bovina a James Phipps, un niño de 8 años.

Se cuenta que esta viruela bovina, que no era letal como podía serlo la humana, se transmitía a las mujeres a través de las ubres de estos animales.

'A finales del siglo XVIII, el hombre comprueba que inyectándole a las personas algo del virus de la viruela de la vaca quedaban inmunizados contra la viruela humana. Este médico fue quien desarrolló la primera vacuna y utilizó el término vacunación', cuenta a EL HERALDO el historiador Carlos Rodado Noriega.

La palabra 'vacuna' no sólo ata a las ubres y a las mujeres lecheras, también liga para siempre a la enfermedad con su cura, o por lo menos al virus con la generación de anticuerpos. Porque, según cuenta la BBC, una vez inoculado, James Phipps contrajo la viruela bovina, y unos días después fue inoculado con la viruela humana y no se enfermó: tal como lo había pronosticado Jenner a partir del comentario de una ordeñadora, que le dijo que no podía contraer la viruela porque ya le había dado la bovina.