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Sin disfraces no hay Carnaval, el disfraz es la fiesta. Es el niño convertido en el Iron Man que salva a sus amiguitos, el hombre hecho viuda o la vecina vestida de Joselito, es el adulto que danza y vuelve a la niñez. Como dijo Séneca: al ponerte el disfraz te lo quitas.

Ese acto de quitarse la máscara que llevan todo el año para encarnar por cuatro días el ser que los hace realmente felices, en el 2021 se quedó en un armario. Por ahora un virus superó el disfraz, aporreó el alma de ocho líderes que ejemplifican el sentir de miles de carnavaleros que saben que su lucha por la tradición no contempla la derrota.