Como si se tratara de un reality, jóvenes con talentos para la danza, la música, la pintura, las artes escénicas y otros siete programas de formación técnica realizan esta semana las audiciones para hacer parte de la Escuela Distrital de Arte y Tradiciones Populares (EDA).
En las afueras de un salón de eventos ubicado en la carrera 47 con calle 72, varios de ellos esperaban ansiosos su turno, eso sí guardando los respectivos dos metros de distancia y utilizando el tapabocas para evitar el contagio del coronavirus.
En grupos de 20 personas, los aspirantes iban ingresando para realizar la verificación de datos y posteriormente hacer las pruebas de talento y la entrevista psicológica.
Dentro del grupo que ingresó ayer a las 10 de la mañana a realizar su audición en el programa Técnico Laboral en Ejecución de la Danza estaba Milena Claro Torres, una joven sorda de 25 años, para quien esta actividad tenía un valor muy especial, debido a que se trataba del inicio de su sueño de convertirse en bailarina profesional.
Ella no estaba sola, a su lado permanecía José Luis Brieva, intérprete de lengua de señas, quien labora con la EDA.
Tras la verificación de sus datos, la mujer oriunda de Mompós (Bolívar) quedó habilitada para realizar la prueba técnica junto a otros 19 jóvenes. 'He venido a cumplir mi sueño de ser una destacada coreógrafa. No había podido inscribirme el año pasado porque se presentó lo de la pandemia. Ahora que todo comienza a regresar a la normalidad quiero profesionalizarme en danza, me fascina este arte y quiero fortalecer mis conocimientos', dijo la recién egresada de la Institución Educativa Distrital Salvador Suárez Suárez.
Esta residente del barrio Buenos Aires empuñaba sus manos de manera constante, la ansiedad era evidente antes de afrontar la audición que le permitiría estar más cerca de sus sueños. Al pasar a un amplio salón decorado con cortinas blancas, el equipo evaluador, liderado por el instructor Cristian Pacheco, les explicó que experimentarían tres momentos en los que medirían sus secuencias de movimientos, capacidad propositiva y coordinación.
Uno a uno fue tomando posición, y apenas sonó la música liberaron la carga de estrés y la convirtieron en veloces pases.
Milena se puso un suéter rojo, tenis y sudadera negra, y tras mirar con atención las señas de José Luis comenzó a bailar a ritmo de salsa, merengue y pop.
Para ella bailar implica moverse al ritmo de la vibración del sonido, por lo que sus pasos son más dinámicos con el repicar del tambor o de otros instrumentos de percusión.
'Vine a Barranquilla a terminar mi bachillerato y en la noche cuando estaba estudiando conocí al profesor Rafael Fontalvo, que es uno de los primeros bailarines sordos, él fue quien despertó mi interés por la danza y comencé a tomarle amor a todas las manifestaciones artísticas. Por eso me puse como meta estudiarla a fondo', explicó a EL HERALDO, luego de su primer ejercicio, el cual superó sin mayores inconvenientes.