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Las canastas de comida pintadas en las paredes de las tiendas de los barrios populares constituyen un mundo propio y diverso, que encierra en su representación las necesidades básicas de una comunidad, conceptos de economía solidaria y de bienestar social. Así lo evidencia el artista y docente Fernando García con su nueva propuesta La canasta familiar, realizada en asocio con la Universidad del Atlántico y una beca para exposiciones artísticas individuales del Ministerio de Cultura.

El oficio manual y la estética de estas pinturas murales, con sus hacedores empíricos de la región Caribe, han sido poco a poco desplazados por la imagen construida en medios mecánicos (como el esténcil) o digitales (el banner), que las multinacionales y los mercados de cadena eligen para mostrar sus productos.

'En un principio, la mano de obra de los pintores se fue desplazando con el uso de plantillas. Después, una vez el pintor accedió a las plantillas, esta dejó de utilizarse y pasó a los impresiones que las corporaciones prefieren para identificar una marca y monopolizar una imagen', dice García.

Consciente de esta 'usurpación', que trasciende la mera imagen mural y alcanza al centro mismo de la economía del tendero, la propuesta recoge el legado de 100 de estos pintores, que el artista rastreó a lo largo de los últimos tres años para encargarles dos piezas en madera de triplex cuyos formatos varían entre los 60 x 40 cm y los 20 x 15 cm.

La comisión consistió en ejecutar, con los materiales de su oficio, 'las dos mejores versiones de su canasta familiar: aquella que alimente a toda la humanidad', como dice el catálogo de la exposición, la cual, por la pandemia, se exhibe desde el 1 de mayo hasta el 31 en la web de la Galería La Escuela de Bellas Artes, La Casa Verde y la cuenta de Instagram @la_canasta_familiar.