El jueves 25 de abril, hacia el mediodía, Esteban Rolong completaba casi 30 horas sin dormir. Ese día, a la medianoche, asistió a la primera función del preestreno de Avengers: Endgame.
'Es hermosa, épica. Lloras, te ríes, saltas, aplaudes, te emocionas', dijo sin titubear. La boleta la compró el mismo día que salió en preventa. Desde entonces una cruz diaria en el calendario hacía parte de su rutina.
Los fanáticos barranquilleros, que ya la han visto, coinciden en que 'son tres horas de subidas y de bajadas, de saltos y de piques emocionales, pero también de giros inesperados. 'Nada es fortuito'.
Esteban no es de los que suele aplaudir en la sala de cine cuando alguna película supera las expectativas, pero con Avengers rompió esa regla.
'Cuando salí, las manos me ardían'. Y así como él, muchos lo hicieron.