‘Encuentro con Norman’ era el nombre con el que fue concebida en un principio Por la gracia de Dios, la exposición que a partir de hoy, hasta el próximo mes de septiembre estará instalada en el Museo de Arte Moderno de Barranquilla (MAMB), y que reúne cinco décadas de pintura de Norman Mejía, un artista barranquillero que a través del arte supo 'encontrarse muchas veces a sí mismo'.
Un deseo recurrente que Norman tenía era que alguna exposición que hiciera a futuro recibiera el título de Por la gracia de Dios, porque, según cuenta Tina Celis, esposa de Mejía y curadora de la muestra –conformada por 30 cuadros del pintor–, 'a Dios le debe su talento y toda la obra que él pintó'.
La instalación artística reúne un total de cinco décadas de pintura de Norman Mejía, las cuales inician en los años 60 y se extienden hasta el 2000.
'Un día que íbamos caminando por Lincoln Road (Miami), entramos a una boutique donde vendían antigüedades y la señora que atendía nos preguntó si éramos pintores de por ahí y le dijimos que sí, entonces nos preguntó que qué pintábamos. Y Norman le respondió que en su caso él era como cinco pintores en uno. Entonces ella le dijo ‘eso quiere decir que usted no se ha encontrado a sí mismo’, y él le respondió ‘no señora, es que yo ya me he encontrado muchas veces’, rememora Tina Celis para reafirmar el espíritu holístico y universal que caracterizaba al pintor.
Trayectoria de Norman. En ciudades europeas como Madrid, París, Ibiza y Londres vivió y se nutrió de información artística y visual Norman Mejía, quien a su regreso a Colombia en 1964, luego de un encuentro con la reconocida crítica de arte Marta Traba –en el que desplegó sobre una alfombra gris del apartamento de la crítica los cuadros que cargaba en una carpeta y la encantó con su arte–, empezó a exponer su obra en Barranquilla y en otras ciudades del país.
Poco tiempo después de su debut, ganó el primer premio de pintura del XVII Salón Nacional de Artistas y nunca dejó de pintar.
'En 1980 nos conocimos él y yo, en el 86 viajamos a Nueva York, luego vivimos en Miami, donde teníamos un estudio. En el 92 regresamos a Colombia y desde entonces vivimos en la casa de Puerto Colombia', reconstruye Tina Celis parte de lo que fue su historia junto a Norman Mejía.
En 2002, el pintor decidió no volver a salir de esa casa de Puerto, en la que –de forma literal– se encerró a pintar hasta el 24 de abril de 2012, fecha en la que falleció.
Celis describe a Norman Mejía como 'un ser vital, espiritual, interesado en todo. Una persona amorosa que amó mucho la pintura, amó su oficio, y fue capaz de abandonarlo todo por amor a la pintura, al arte'.
El sueño de Norman fue tener un templo permanente en el que se pudiera ver su obra, 'pero eso nunca se pudo concretar', dice Tina. A partir de hoy, en cierto modo, el artista tendrá un espacio propio en el MAMB, dispuesto exclusivamente para que todos vean, a través de sus pinturas, la gracia de Norman Mejía.