'No se me ocurre qué hacer que no sea trabajar'. A sus 85 años, Antonio Seguí multiplica sus proyectos sin que la edad ni la vida hayan enturbiado el humor de este pintor argentino, creador de los míticos hombrecillos con sombrero que pueblan su obra satírica.
Radicado en Francia desde 1963, Seguí es autor de una prolífica obra figurativa de pinturas, estampas, litografías y grabados que ilustran una visión irónica de la sociedad, impregnada de nostalgia y poesía.
Pero lo más intrigante de sus paisajes urbanos, poblados de individuos anónimos con dejes cómicos, es la ausencia de una narrativa evidente.
El mensaje está allí pero corresponde al espectador interpretarlo.
'La ambigüedad me viene sin esfuerzo', explica a la AFP este argentino, al presentar una exposición de medio centenar de sus obras en la Biblioteca Nacional de Francia (BNF) en París, a la que acaba de donar medio millar de ellas, entre estampas, porfolios y libros ilustrados.
El próximo año, expondrá en Nueva York y Miami. Y en 2021, tiene prevista una exposición en el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires, la primera desde 1991. 'Quizás sea la póstuma', dice, sin perder la sonrisa.
Humor de madre. La retrospectiva en la BNF permite apreciar el cordón umbilical de siete décadas de trabajo, desde sus primeras estampas hasta sus grabados recientes al carborundo, incluidas sus conocidas series Los generales y El elefante de las pampas.
El humor, asegura, no puede 'sacudirsélo'. Como su madre, que nació como él en Córdoba con unos 'orígenes fantásticos' y murió a los 96 años 'sin un centavo'. Pero nunca perdió esa disposición.
Tampoco le preocupa que hoy en día se pueda poner coto al humor en algunos sectores, como el New York Times que a partir de julio pondrá fin a sus tradicionales viñetas de índole político en su edición internacional, después de que Israel criticara un dibujo por considerarlo antisemita.
'Yo no sigo las tendencias, no creo demasiado en ellas', zanja este
autodidacta, objeto en 2005 de una retrospectiva en el Centro Pompidou de París.
El ir por libre también ha caracterizado su trayectoria. 'Siempre he hecho lo que me venía en gana estando aislado. No participo en el mundo de la plástica porque soy así, no por estrategia'.
'¿A usted qué le parece?'. El apego en cambio existe con su infancia: 'Mi trabajo es una reconstrucción' de esa etapa, explica, recordando que su personaje con sombrero es una referencia a esa época en que los hombres llevaban ese complemento en Argentina, hasta para asistir a los partidos de fútbol.
Los temas trascendentales, como la dictadura argentina o el capitalismo y la sociedad de consumo, los trata con un tono ligero y chistoso, nunca hiriente o feroz.
Y cuando se le pregunta por el significado de una estampa en concreto, responde amistosamente: '¿A usted qué le parece?'.
'Con el arte uno puede decir cosas fácilmente. Es la única forma de combatir seriamente', explica Seguí, que durante la dictadura (1976-1983) dejó de visitar su país natal.
Argentino 'sin papeles'. En esa época, recuerda que el consulado argentino se negó a renovarle el pasaporte. El entonces ministro francés de Cultura, Jack Lang, la dijo: 'No te preocupes, te hacemos francés en dos minutos', a lo que él le contestó 'que ya había nacido una vez' y que sus 'raíces eran muy profundas'.
'Me quedé siendo argentino sin papeles, hasta que eligieron a Alfonsín presidente. Me invitó a su asunción de mando y viajé con el primer ministro (francés Pierre) Mauroy. Fue un regreso por la puerta grande'.