Hablar del Joe resulta en escuchar el Caribe, el mar, las olas, la clave y la fiesta. Influencia de muchos ídolos de hoy, Joe ya nos hacía añorar la arena. Su vida, voz y las melodías que salieron de su mente amenizan nuestras fiestas, son banda sonora de nuestros recuerdos, nos definen y, durante temporadas, nos hacen patriotas. Su música ha trascendido el tiempo, las generaciones y ahora los formatos. Álvaro José Arroyo es inmortal y las generaciones futuras deberían entender el porqué. Su historia es la historia de la música en nuestro suelo, de la raza de este pueblo y de luchas tan vigentes hoy en día del que él fue un vocero temprano.
El Joe es sin duda el más grande ‘rockstar’ que ha tenido este país arrullado con marimbas y tamboras. Bien lo reflexionó Martha Orrantía en 2004 cuando en cabeza de Rolling Stone para la región aseguró: '¿Qué otro músico en Colombia alcanzó tal éxito, cantó su verdad de semejante manera, innovó en los ritmos, vivió a profundidad su vida, y fue ídolo a rabiar de su pueblo? La repuesta es muy fácil: ninguno más que el Joe'.
Hoy, primero de noviembre, le recordamos porque hubiera cumplido 65 años, pero él nos recuerda constantemente que sin su paso por este mundo no habría Rebelión, Joesón, Tortuga, Tania, Tesos, Verdad, Candela, Super Congo, y un sinfín de legados que nos dejó aquel de la 'voz de tarro' que se forjó en las calles polvorientas del barrio Nariño en Cartagena y sobrevivió en varias ocasiones para seguir pregonando y finalmente dejarnos un tesoro musical como nadie en este país nos ha regalado… quizá su gran amigo, Diomedes Díaz.
'El legado de mi papá es un tesoro. Es de las discografías más lindas que tiene el país porque transmitió los mensajes más positivos que podemos ver en la música. Sus canciones tristes y románticas eran alegres', cuenta Eykol Arroyo o ‘La Tatico’, como le decía el cartagenero Rey del Carnaval de Barranquilla.
El Joe escribió –por más de 40 años y ahora como inmortal– una historia musical que le ha validado varios Congos de Oro, discos de oro, platino, un monumento de bronce en Barranquilla, ovaciones en el Madison Square Garden, reconocimiento internacional sin precedentes para algún colombiano en el momento.
Su impacto en nuestra cultura y su música son el resultado de que fue un gran melómano. 'Él era un estudioso de sus sonidos, eso hace que su música sea tan rica en ritmos y reúna el legado de ancestros. Joe fue un gran exponente de la música colombiana y es un caso de éxito que demostró que uno no necesita ir a las mejores universidades del mundo para aprender algo que te apasiona', expresa la segunda hija que Arroyo tuvo con la musa de la mayoría de su discografía: su Mary.
'Debe hacer parte de cada colombiano conocer el trabajo de uno de los más grandes exponentes musicales del país', continúa Eykol orgullosa de un legado que afortunadamente no se quedó en su familia, sino que ha sido conservado para las festividades colombianas.
Y es que este visionario nos dejó un tesoro de sonidos que explotó a punta de creatividad y una genialidad que muchos recuerdan estudiando, trabajando y disfrutando.
'Fue un músico muy vanguardista y creía en la evolución de la música. Si no hubiera sido abierto no hubiera podido crear un ritmo como el ‘joesón’. Para tú lograr eso necesitas creer que la música tiene derecho a evolucionar sin perder necesariamente sus raíces. Surgen nuevas ideas a partir de las cosas que ya han sido creadas y eso fue lo que hizo mi papá: estudió ritmos caribeños, música francesa, música africana, nuestras raíces, el folclor, los estudió y los revolvió. Se necesita ser una persona que respete mucho la música para lograr lo que él hizo', dice Eykol.
Tal para cual, Sabré olvidar, Falta la plata, Ella y tú, Mama, Soy folclor, entre muchísimas composiciones que han escuchado en todo el mundo, hicieron de Joe Arroyo un artista legendario para nuestra cultura. Su legado no es solo musical, también fue ídolo de masas y contestatario en favor de los derechos humanos, en especial por las raíces que le valieron discriminación en diversos momentos de su vida. Fue hombre de familia y fue un alma de la noche; fue un romántico empedernido y un maestro musical empírico.
Fue un artista admirado por sus ídolos; le cantó a lo que pasaba en los años 1600, que continúa pasando hoy en día. Le dedicó horas de música al amor y a nuestros antepasados. Nos regaló noches inolvidables haciendo sones para bailadores. Su legado es inmenso y por eso lo recordamos con una sonrisa, con la alegría que Mary Alonso recuerda cómo 'Joe amaba irse a estudiar con las cantadoras en Cartagena. Le fascinaba y se iba épocas largas, hasta un mes', pero él siempre regresaba y nos sorprendía. Siempre regresa porque siempre hay diciembre y luego enero, siempre está porque somos colombianos.
La invitación, como su música, es a festejar. A bailar todo el año. El Joe sobrevivirá –como siempre lo hizo– y estará en lo que venga –como estuvo en cuanta rumba hubo, era lo suyo–. Hoy está en Spotify, Youtube, Deezer, Claro o Apple, como estuvo en casettes, long play, cd, dvd y discotecas, su música es inmortal y nuestros nietos bailarán con ella como nosotros hemos gozado su son.
Texto Sony Music Colombia. Agradecimiento a la Fundación Joe Arroyo