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¡El brote desdichado no podía faltar! Pero cómo podía faltar si tenemos uno de los pocos países en el mundo donde mucha gente se solaza con cualquier falla de cualquier orden que tengan las personas triunfantes, que son las que suscitan o promueven la envidia, esa flor de ‘bichobombito’ que hay gente que la lleva en el ojal de la chaqueta, que las mujeres a su vez la portan sobre la oreja.

Bastó que se hubiese invitado a Shakira para que cantara esa letra cuasi complicada que el doctor Núñez nos endilgó por sécola seculorum para el Himno Nacional y -¡ oh, asombro que hacen ver los envidiosos para darle forma a sus pequeñeces! – Shakira se equivocó en un mísero vocablo para caerle encima.

Shakira es la extraordinaria artista de arte frívolo que es, a quien incontables ‘compatriotas’ suyas dicen a ‘sotto vocce’ que lo único lamentable o lo más lamentable que tiene es el ser barranquillera. Y de contera, es de las pocas que aman intensamente a su terruño. Y por ahí, a través del rastro de ese desgraciado voquible del Himno Nacional se le fueron encima con garras y colmillos. Primero por el errorcillo que equivocadamente omitió y luego para generalizar sus egoístas prevenciones contra ella.

Algunos y algunas que la han criticado con amargura y alevosía hasta se han atrevido a traerla por el camino de las comparaciones, para decir que Shakira es inferior a otras artistas colombianos y que lo que ha pasado es que mientras ella emigró con notable anticipación, las que 'son mejores que ella carecieron por tan deplorable tardanza'. Pero que dizque 'las hay mejores que ella las hay', dicen estas gargantúas femeninas.

Shakira, así le pese a sus opositoras pero apoyadoras (asi es el ‘traspalanteo’ que el género martirizado por sus éxitos internacionales emplea para disimular sus mataduras sentimentales) es, pésele a quien le pese o le pesare, que con gramáticos no nos metemos, ni ahora ni nunca, es una colombiana universal, como otra no hemos podido conocer. Y miren que hemos rastreado como no se lo imaginan, y ‘never come man’, como dice con tanta gracia un humorista cubano cuyo nombre se nos fue de la memoria.

Figuras colombianas hemos tenido y seguimos teniendo a montones. Pero colombianas universales, esto es, que han sabido proyectarse hacia el mundo artístico, nos encantaría que se nos dijera dónde están y cómo se llaman, que nuestra deplorable ceguera no da con ellas. Manos a la obra, pues....

Por Chelo De Castro C.