Compartir:

Alemania, la todopoderosa Alemania, sufrió para eliminar a Argelia (2-1), que aguantó hasta la prórroga un partido que dominó en muchas fases y que terminó con dos goles de André Schürrle y Mesut Özil y que acabaron con la sed de venganza africana, que no obstante llegó hasta el último instante, tras el postrer gol de Abdoulmene Djabou.

Encerrados y muy bien colocados, los argelinos fueron mucho mejores en la primera parte. Tenían ganas de hacer historia, sed de venganza y buenas sensaciones para acabar con Alemania. No dejaron prácticamente ni un hueco a los germanos, que apenas contaron con una ocasión clarísima al final de la primera parte, cuando Mario Goëtze no aprovechó un rechace clarísimo de Rais M'Bolhi tras un disparo muy peligroso de Toni Kroos.

Argelia mereció marcharse por delante en el marcador antes del descanso. Hizo mucho más para irse con ventaja, incluido un esfuerzo físico muy grande que después le pasó factura. Se notó al final de la primera parte y los germanos intentaron aprovecharse con un inicio fulgurante en la segunda.

Pero Alemania es Alemania y hasta el final no hay que confiarse. Se esperaba un último arreón para marcar uno de esos goles germanos, al final, cuando más duele. En esos momentos apareció por fin Thomas Müller, casi desaparecido durante noventa minutos, pero chocó de nuevo con M'Bohli, que sacó otro balón milagroso tras un cabezazo a bocajarro del jugador del Bayern de Múnich.

Entre M'Bohli, que volvió a salvar otro remate, esta vez a Schwensteiger, y la defensa argelina, consiguieron desesperar a Alemania, que al final acabó necesitando la prórroga para acabar con la resistencia africana.

Ésta se desmoronó en el minuto 93 con un gol de tacón de Schürrle y con un tanto postrero de Mesut Özil Fue el fin de Argelia, que no consiguió su venganza pero con honor y con un tanto final de Djabou, puso contra las cuerdas a un equipo que se verá las caras en cuartos de final con Francia. Europa sigue con vida. África murió ayer con dignidad. Efe